(Encarcelamiento por la preparación de niños para la Primera Comunión):

El 13 de enero de 1972, en Naujoji Akmene, el tribunal popular consideró la causa de la zagariana septuogenaria Kleopą Biciucaite. Ella habría infringi­do las disposiciones soviéticas, por cuanto preparaba niños para la Primera Comunión. Para comprobar su delito fueron convocados 27 testigos, en su mayoría niños de 7 a 14 años de edad. Por cuanto la propia K. Biciucaite reconoció que, durante el mes de julio de 1971, durante 6 días había enseñado oraciones a los niños, esos testigos hasta resultaban innecesarios, entorpecían la buena marcha del juicio, dado que testimoniaban controvertidamente. Notando que unos niños negaban lo que otros afirmaban, la jueza empezó a verificar la conciencia política de los niños: cuantos de ellos pertenecían a la organización de los pioneros. Solamente cuatro confirmaron ser pioneros.

El procurador recordó en su discurso, que la Constitución permite a todos los ciudadanos profesar libremente cualquier religión o ser ateos. Nadie coarta esta libertad ni realiza ninguna presión. Pero el sistema soviético lucha contra la religión y el engaño, ya que no puede tolerar que la religión engañe a los ciudadanos. De acuerdo a la Constitu­ción, La Iglesia está separada del Estado y la Escuela de la Iglesia. Por su parte la acusada Biciucaite organizadamente enseñaba tales oraciones como: Padre Nuestro, Ave María, Credo, el Ángel del Señor, los Diez Mandamientos. Esto no lo puede permitir el sistema soviético. No puede permitir que alguien enseñe a los niños, de manera distinta al de como son enseñados en la escuela.

El procurador acusó a los maestros de la escuela, porque por su negligencia muchos niños no están incorporados en la organización de los pioneros. Criticó y condenó a los partidarios por su falta de conciencia política, dado que sus hijos también aprendían las verdades de la fe.

Finalizando su discurso, el procurador solicitó que K. Biciucaite fuera condenada a un año de cárcel.

En sus palabras de cierre, Kleopa Biciucaite explicó que había enseñado a los niños por petición de los padres, y que a aquellos padres, que no pueden enseñar por sí mismos a sus hijos, les es permitido solicitar la ayuda de otra persona. Y ella había accedido a ayudar a los padres. Además, ella había enseñado cosas buenas a los chicos: no robar, no mentir, obedecer a sus padres . . .

El tribunal emitió la sentencia, de que a K. Biciucaite se le privaba de libertad por el término de un año.

Publicada la sentencia, los milicianos inmediata­mente arrestaron a la anciana y la trasladaron a su sede, para que no pudiera seguir enseñando a los niños del pueblo, tal como el pueblo lo deseaba.

*    *    *