Todos los veranos millares de madres lituanas pre­paran a sus hijos para la primera confesión y la San­ta Comunión. Es una labor bastante difícil y de mu­cha responsabilidad, que requiere suma dedicación de los padres y sacerdotes. Las leyes soviéticas prohiben a los sacerdotes enseñar a los niños, para que los ateístas puedan sembrar más fácilmente sus ideas. Par­te de los sacerdotes, habiendo sobrevivido el terror de la etapa staliniana, no quieren tener conflictos con el gobierno y se limitan solamente al examen de los niños. Otra parte de los sacerdotes tiene valor y de­ciden obedecer más a Dios que a los hombres, arries­gando su libertad, enseñando a los niños los fundamen­tos de la fe.

(El por qué de su detención):

En la gran parroquia de Prienai todos los años se preparan unos 300 niños para la Primera Comunión. Así también fué en el año 1971. El 16 de julio, los niños, conjuntamente con sus madres, se reunieron en la iglesia de Prienai para su catequización. Mientras el Padre Zdebskis estaba explicando y examinando a los niños, irrumpió en el templo un grupo de funcio­narios. Estos fotografiaron a los niños, inquirieron sus nombres y formularon un acta. Se produjo la alarma en el templo. Irritados por la arbitrariedad de los funcionarios soviéticos, los padres de Prienai se diri­gieron a la Comisión de Control del CC de la URSS:

"Los más abajo firmantes, el 16 de julio del cor­riente año, llevamos nuestros hijos a la iglesia, para que el sacerdote verificara sus conocimientos para po­der tomar la Primera Comunión.

Repentinamente irrumpió en la iglesia un grupo de hombres y mujeres. Eran el presidente del comité ejecutivo, el secretario de la Juventud Comunista, maestros, milicianos y otros. Los no invitados huéspe­des comenzaron a mandar en la iglesia: fotografiando a los niños, preguntándoles sus apellidos. Una niña hasta se desmayó del susto.

Hasta las madres no pudieron defender a sus hijos. La iglesia presentaba un triste aspecto. Al pedido de no molestar, los huéspedes no invitados respondieron:

"La alarma no la provocamos nosotros, sino las mu­jeres".

Dicho comportamiento de los representantes guber­namentales no hace ningún honor a las leyes soviéti­cas. Nosotros solicitamos detener la persecusión de los creyentes".

Esta exposición fué firmada por 89 padres y en­viada a Moscú. Desgraciadamente, Moscú no respon­dió a los católicos de Prienai.

La procuraduría de Prienai inició el interrogatorio de los niños, sus padres y el P. J. Zdebskis. El fiscal A. Paukstys realizó una requisa en el domicilio del P. Zdebskis.

El 26 de agosto el fiscal pidió telefónicamente al P. Zdebskis que pasara "brevemente" por su despa­cho. Allí fué arrestado el sacerdote.

(Lagente defiende alsacerdote con una denuncia al gobierno de Moscú):

La gente, al conocer el arresto del sacerdote, con­currió a la procuraduría y exigió la libertad del sacer­dote. Dijeron: "Antes de arrestar al sacerdote, prime­ro arréstenos a nosotros, puesto que nosotros le lle­vamos nuestros hijos. Su obligación es la de enseñar a los niños y examinarlos". Desde la sede del fiscal los creyentes marcharon hasta el secretario del parti­do, empero este se negó a recibirlos. La ola de dis­gusto inundó toda la parroquia de Prienai y sobrepa­só más allá de sus límites. El domingo siguiente pu­do notarse multitud de personas, que esperaban su turno para firmar una denuncia, dirigida a las institu­ciones soviéticas:

Al Procurador General de la URSS Al Control Partidario del CC del PCUS Al Procurador de la República de la RSS de Lituania

Exposición

de los creyentes de la parroquia de Prienai

El 26 de agosto del corriente año fué arrestado el sacerdote J. Zdebskis de nuestra parroquia.

En su calidad de sacerdote, cumplióa conciencia con sus obligaciones. Nunca le hizo mal a nadie. No­sotros estamos convencidos que el arresto de nuestro sacerdoe es algún mal entendido, por lo cual solici­tamos verificar los motivos del arresto y ordenar su liberación.

El P. J. Zdebskis está acusado por la preparación de niños para la primera confesión. Si él delinquió, cumpliendo sus directas obligaciones sacerdotales, en­tonces ¿por qué la Constitución de la URSS garan­tiza la libertad de conciencia y de culto? Nosotros cre­emos, que mediante este arresto se han quebrantado torpemente las leyes nacionales soviéticas.

Nosotros, los padres, carecemos de la posibilidad de preparar nuestros hijos para la primera confesión. No tenemos tiempo, puesto que trabajamos en las fá­bricas y los koljoses. Segundo, no poseemos catecis­mos ni libros religiosos. En los años de postguerra nuestros funcionarios no permitieron la publicación del menor catecismo.

Teniendo en cuenta tal lamentable situación de los creyentes de Lituania, ¿qué podemos hacer nosotros, los padres? Llevamos nuestros hijos a los sacerdotes y les requerimos: ayúdennos a preparar nuestros hijos, para que ellos sepan por lo menos un mínimo sobre la fe. El sacerdote no puede permitir que haga su primera confesión un niño no preparado.

El gobierno soviético exige que el sacerdote no en­señe a los niños, y solamente les tome un examen. Pero acaso el sacerdote puede tomar examen a 300-400 niños en el término de dos meses, que les lle­gan casi sin saber nada sobre la fe y la confesión. Además, nuestros sacerdotes tienen gran cantidad de otros trabajos eclesiásticos, dado que la parroquia de Prienai es grande, de unos 8000 católicos.

Nuestro sacerdote ha sido arrestado a causa de nues­tros pedidos y requerimientos, por lo cual nos encon­tramos muy sorprendidos, conmovidos y disgustados. Para que arruinar el ritmo de trabajo, exasperar a los creyentes, promover artificialmente la conmoción en­tre la gente de la región.

Nosotros creemos que nuestro disgusto y esta pro­testa son fundamentados, y que a ello habrá de re­accionarse, mientras que no se repetirán hechos simi­lares en el futuro. 29-VIII-1971.

La exposición fué firmada por unas 350 personas.

Los mismos habitantes de Prienai la llevaron y entre­garon a la Procuraduría de la URSS. Se les prometió la aclaración de la cuestión.

Los fieles también se dirigieron al procurador de la República y al delegado del Consejo de Asuntos Religiosos, Rugienis. Este expresó con enojo: "¡Yo sé sobre el cura Zdebskis!" Los feligreses respondieron: "Nosotros lo conocemos también perfectamente".

El 30 de agosto el p. Zdebskis fué trasladado a Vilnius. Desde hora temprana de la mañana una mul­titud permanecía frente a la sede de la milicia espe­rando el momento del traslado del sacerdote. Los guardianes del orden fotografiaban a la gente y pretendían dispersarla. "¿Qué esperan? ¿Acaso pretenen ver un milagro? — "Más que un milagro" respondía la gente. A las 16 h., mientras la multitud lloraba, el p. Zdebskis fué introducido en la máquina y llevado. El 3 de septiembre, por segunda vez fué realizado un minucioso registro en el domicilio del p. Zdebskis. Alguien propaló el rumor que el p. Zdebskis había sido detenido no por la enseñanza de los niños, sino que se le había encontrado un radio trasmisor, etc. Por cuanto asíhablaban hasta los funcionarios gubernamentales, diola impresión que se quiso comprometer más especialmente al sacerdote deteni­do, para que el pueblo creyente no osara defenderlo.

 

(Otro escrito de los creyentes de Prienai por el p. Zdebskis y la falta de libros de oraciones y sacerdotes):

A mediados del mes de septiembre los fieles de Prienai llevaron a Moscú otra exposición, que tuvo amplio eco en todo el mundo.

Al Comité Central del PCUS Al Soviet Supremo de la URSS Al Soviet de Ministros de la URSS

 

EXPOSICIÓN DE LOS FIELES DE LA PARROQUIA DE PRIENAI

La prensa, la radio nos convencen que en la RSS de Lituania existe libertad religiosa, empero no es así en la realidad.

No nos permiten publicar libros religiosos — nunca los hemos visto. Carecemos hasta del menor catecismo. La última edición fué en 1940.

Frecuentemente no podemos asistir a la Santa Mi­sa, puesto que nos obligan a trabajar los domingos, aunque por derecho de la iglesia está prohibido.

Hacen falta sacerdotes. Anualmente fallecen unos 20 sacerdotes, mientras pueden ingresar apenas 10 en el seminario. Además, nosotros conocemos las dificul­tades que los ingresantes al Seminario, deben experi­mentar por parte de los funcionarios gubernamen­tales. Nuestros sacerdotes son arrestados por la preparación de los niños para la primera confesión. Por catequización, el 26 de agosto fué arrestado nuestro sacerdote J. Zdebskis, y ahora se espera su enjuiciamiento. Todo ello compromete ante nues­tra vista a la Constitución y las leyes soviéticas.

Po lo tanto solicitamos al gobierno de la Unión Soviética: ¡otórgennos la verdadera libertad religio­sa; otorguen libertad a nuestros sacerdotes, para que, sin obstáculos y sin temor, puedan cumplir su obliga­ciones; dispongan para que sea liberado de su arresto nuestro sacerdote J. Zdebskis!

Prienai, 12-IX-1971.

Firmaron esta exposición 2.100 creyentes. Fué una
valerosa protesta de la gente contra la persecusión de
la fe.                                    

El gobierno no había previsto que el pueblo cre­yente era solamente un volcán apagado temporariamente. Nosotros no podemos prever las posteriores consecuencias. Una cosa está clara, ¡los creyentes lituanos lucharán por sus derechos!

De cuan vivamente reaccionó la gente ante la de­tención del p. Zdebskis, puede considerarse por algu­no de los siguientes hechos. En oportunidad de las fiestas patronales de la Natividad de Maria en Siluva, unas 200 personas ofertaron en la Santa Misa por el p. Zdebskis.

La parroquia de Santaika, privada de su cura pár­roco, se dirigió al Secretario General del PCUS, para que soltaran al padre Zdebskis, puesto que el Obispo no tenía a quien designar cura párroco de Santaika.

"Nosotros, los católicos firmantes más abajo, nos dirigimos al CC solicitando prestar atención a la difí­cil situación de los creyentes en Lituania.

Los funcionarios gubernamentales no permiten el ingreso en el Seminario de todos los que lo desean, por cuya causa disminuye rápidamente la cantidad de sacerdotes. Ahora ya el Obispo no tiene suficiente cantidad de sacerdotes, para que puedan ser servidas todas las parroquias. Hemos oído, que en el presente año la parroquia de Lankeliskis quedó sin párroco, y en este mes también nosotros quedamos sin párroco permanente. El que nos visite de otra parte no podrá cumplimentar satisfactoriamente nuestros asuntos espirituales. Esto nos hiere sumamente y promueve desconfianza por la línea asumida por el Gobierno.

No alcanzó a salir del campamento de Alytus el p. Šeškevičius, que fuera condenado por cumplir sus obligaciones sacerdotales, cuando en Prienai vuelve a ser detenido el p. Zdebskis, quien, según oímos, pre­paraba para la primera confesión a los niños llevados por sus padres. Si esto resulta un delito, entonces que nos resta pensar sobre la libertad de conciencia y de fe.

Nosotros, los católicos, carecemos de libros de ora­ción y rezamos de libros rotos. Hace varios años re­cibimos algunos libros de oración publicados por las autoridades, como en broma ...Es preciso que todo católico pueda adquirir un buen libro de oraciones. No tenemos para leer ni las Sagradas Escrituras.

Lamentamos sumamente, que los derechos de los católicos, cual si fueran de ciertos negros, sean lesionados groseramente, y solicitamos al CC dispo­ner que los funcionarios gubernamentales no interfie­ran en el Seminario Sacerdotal, que den permiso a la Autoridad eclesiástica para editar anualmente una suficiente cantidad de libros de oraciones, Evangelios y otros libros religiosos, que suelten del arresto al p. Zdebskis. Entonces el Obispo podrá designarnos párroco a este u otro sacerdote."

Santaika, 26-IX-1971.

Firmaron la exposición 1.190 católicos de Santaika.

*    *    *

(La solidaridad de los fieles en el día del proceso):

Corrían las semanas, los meses, y el día del pro­ceso del p. Zdebskis seguía demorado y ocultado cui­dadosamente. En vísperas del 11 de noviembre una noticia recorrió la parroquia de Prienai como un rayo: "¡Mañana en Kaunas se procesa al p. Zdebskis!".

El día seguiente se demostraría la verdadera faz del gobierno soviético con respecto a los creyentes.

Desde muy temprano por la mañana la gente ocu­pó las escaleras del edificio judicial hasta el tercer piso y el patio. Se veían flores en las manos de la mayoría de las personas. Todos esperaban la llegada del p. Zdebskis. Alrededor merodeaban los milicianos. Al aproximarse la hora del juicio, comenzaron a "cui­dar el orden"—empujaron violentamente para afue­ra a la gente. En su empuje, hasta ensangrentaron a una mujer. Los católicos fueron echados, y su lugar en la sala del juicio fué ocupado por un enorme gru­pode guardianes. Además de ellos, se encontraban en la sala los testigos: los niños, sus padres, así como fun­cionarios de diversas instituciones traídos de Prienai. Había que escenificar el espectáculo — se realiza un juicio público ...al cual los guardianes dejaron en­trar solamente a los ateístas. Naturalmente, que el go­bierno no quiso hacer popular este juicio.

Las detenciones de los creyentes comenzaron en la escalera. Detuvieron a un joven porque este observó a los milicianos, que ellos permitían la entrada sola­mente a los ateístas. El joven fué condenado a 15 días de arresto. En el corredor del tribunal fué detenido el sacerdote que acompañó a la madre del p. Zdebskis, y llevado para su interrogatorio a la sede de seguridad.

Afuera, frente al edificio judicial, la multitud seguía creciendo. Los milicianos comenzaron a la detención de la gente en cuyas manos se percibían flores, y a hacinarlos por la fuerza en las máquinas. Se produjo un gran alboroto y gritería. A los milicianos se les dio la orden de dispersar a la multitud, que estaba formada por unas 500-600 personas. Una vez despersada brutalmente la multit­ud, se comenzó la detención individual de la gente. Un sacerdote que transitaba por los alrededores fué detenido y acusado de organizar la demostración. Durante todo el día estuvieron de guardia los milicianos en la calle Ožeškienės, no permitiendo que la gente se agrupara. "¡Qué hacen aquí parados cual cerdos!". Hasta de este modo supieron "saludar" a la gente los funcionarios de la milicia. La gente era eliminada hasta de los negocios vecinos. "Hechen de aquí a las beatas", exclamó un miliciano que entró corriendo en un negocio. La mayoría de los detenidos fueron puestos en libertad por la noche. Uno fué llevado al psiquiátrico, y después condenado a 15 días de arresto.

Ese día la gente demostró graciosamente su soli­daridad con el sacerdote enjuiciado, mientras que la multitud de guardianes y milicianos mostró como el gobierno soviético procede con los derechos de los fieles.

*    *    *

Antioco, rey de Sir, para mantener el temor de la nación judía, todos los meses mataba a todos aque­llos que presentía eran fieles a las leyes de Dios. Em­pero la mayoría eligió mejor la muerte, que traicio­nar su fe (1. Mac. 1).

El juicio del p. Zdebskis tenía ese mismo fin — mantener en la .nación la atmósfera de temor, para que nadie osara exigir mayor libertad.

Las persecusiones promueven el temor, empero el sacrificio hecho en nombre de Dios, sufriendo por su fe, estimula en la gente a pensar y a luchar por los más grandes valores humanos.

*    *    *

(El tribunal interroga al P. Zdebskis):

El tribunal popular del raion de Kaunas estaba formado por el presidente, el juez popular V. Gumu-liauskas y los consejeros populares Palaisiene y Vasi­liauskas. Secretaria—Černiauskaite. Participaba del tribunal el procurador A. Miliukas, el fiscal "social" S. Ratinskas y el defensor A. Riauba.

El juez leyó el acta de la reunión de maestros de la escuela secundaria de Prienai, destinada a elegir el culpable "social". Luego, despés de publicar los datos biográficos del P. Zdebskis (nacido en el año 1929 en el raion Kapsukas, aldea Naujienos) y la acu­sación, el juez comenzó a interrogar al propio acusa­do.

(Ofrecemos algunos extractos):

·      ¿Habías sido condenado?

·      Lo fui.

·      ¿Por qué?

 

·      Por lo mismo. Después el Tribunal Superior anu­ló el fallo.

·      ¿Alguna vez te había sido quitado el derecho de cumplir funciones sacerdotales?

·      Lo hubo.

·      ¿Por qué?

·      Eso no se lo podría decir al estimado tribunal, pues todavía no le resulta claro a mi conciencia el porque se me había quitado dicho derecho.

·      ¿Qué puede usted decir sobre vuestra acusa­ción?

·      Debo manifestar que no estoy de acuerdo con la acusación de que yo había organizado la enseñan­za de los niños. Yo no la organicé, — ello hubiera sido directamente impracticable por el tiempo: ir de casa en casa o viajar por las aldeas. El reconocimien­to del conocimiento de los niños, que se preparan pa­ra la primera confesión, se realiza todos los años, y el que lo desea puede concurrir. Pero durante el ve­rano, en la época de las vacaciones, cuando los niños no tienen deberes, les resulta más cómodo, y por lo tanto naturalmente se formó una cantidad mayor de niños.

·      ¿Cuantos niños había en los grupos?

·      A veces uno y más . . .

·      ¿Pudo haber hasta un centenar?

·      Sí, — respondió con alegría, — a veces podía haber habido hasta un centenar. Para mi alegría, hay bastante cantidad de padres concientes que preparan muy bien a sus hijos: luego de examinarlos directa­mente se les puede permitir los sacramentos. Empero hay niños poco talentosos, que de inmediato no se les puede permitir, mientras no se compenetren de las verdades de la fe.

·      El sumariante dice que algunos asistían hasta durante dos semanas.

·      Pudo ser.

·      ¿Se llevaba control de asistencia, listados?

·      No se hacía. Quienes asistían, era con quienes se conversaba. Para que no hubiera malos entendidos, luego de verificar sus conocimientos se les entregaban tarjetas, es decir el permiso para tomar la Primera Co­munión. Había niños que de inmediato no respondían a las preguntas. Entonces yo les explicaba.

·      ¿De donde sabían ellos que en la iglesia se rea­lizaba ese adoctrinamiento?

·      En la iglesia comunmente se anuncia durante el sermón, que los padres se preocupen por sus hijos, que les enseñen las verdades religiosas y que las va­caciones son el tiempo más conveniente, para que, luego de preparados los niños, los lleven para verifi­car su conocimientos.

·      ¿Sólo usted lo anunciaba, o también lo hacían otros sacerdotes?

·      Quien pronunciaba el sermón era el que lo re­cordaba.

·      ¿Sólo usted enseñaba a los niños, o lo hacían otros sacerdotes también?

·      Por cuanto en la iglesia de Prienai yo era el más joven me tocó la mayor cantidad de trabajo, puesto que el cura párroco tiene muchos otros traba­jos.

El P. Zdebskis estuvo acusado como iniciador de la enseñanza de niños entre otros sacerdotes.

—  No he sido el iniciador de la preparación de los niños para los sacramentos. Con ello se me otor­garía un honor demasiado grande. También otros sa­cerdotes realizan esta obligación de enseñar, impuesta por Cristo y la Iglesia. Sería un calumniador, si dijese que ellos no enseñan. De como cada cual cumple esta obligación, habrá de responder ante su conciencia.

(El tribunal interroga a los niños):

Después de eso fueron interrogados testigos me­nores de edad. Tras preguntarles el apellido y el nom­bre, el juez les instaba:

—  Di toda la verdad ante el tribunal. ¿Conoces a este? ¡Date vuelta y mira!

Algunos respondían "lo conozco", otros — "no". Un muchachito, luego de mirar largo rato al sacerdote que estaba de pie y le sonreía, respondió: "Está muy cambiado". Al preguntarles el juez que les enseñaba, algunos decían "oraciones", otros — que "no enseñaba y solamente preguntaba". Otros más respondían, que les "enseñaba a no romper los vidrios de las venta­nas, no revisar bolsillos ajenos, no pelearse, no robar, obedecer a los maestros y los padres." El juez les preguntaba cuando comenzaban y terminaban los cla­ses, cuando había intervalos. Algunos niños decían el horario, otros respondían que no se acordaban. Al ser preguntados por el juez de donde estudiaban, donde habían obtenidos los catecismos, casi todos respon­dían que los poseían sus mamas o abuelitas. Los más tímidos lloraban y permanecían en silencio. Ante cada niño el P. Zdebskis se incorporaba, y el juez siempre le recordaba: "¡Permanezca sentado!".

Luego de ello comenzó el interrogatorio de los padres. El testigo R.: "Preparé al niño y lo llevé pa­ra que el sacerdote lo examinara".

—¿Lo quería el niño, o tú mismo lo llevaste?

—Nuestros padres nos llevaban, y yo también lo llevé.

El defensor:

—¿No hubo utilización de la compulsión: quieras o no — te llevo?

—No. Lo llevé de buena voluntad.

Los padres testigos fueron interrogados largamen­te sobre la frecuencia que llevaban sus hijos ante el sacerdote, sobre que explicaba el sacerdote, cuantos niños había en los grupos, etc., etc.

(El testimonio de los funcionarios estatales):

Posteriormente fueron interrogados los represen­tantes del gobierno lugareño de Prienai.

(El testigo Kucinskas):

—A principios del mes de julio el Comité Ejecu­tivo recibió noticias de los habitantes, que el sacerdote de Prienai enseñaba en la iglesia religión a los ni­ños. Fuimos a la iglesia y encontramos allí unos 50 niños y algunas mujeres. El P. Zdebskis explicaba. Cuando llegamos, hizo una pausa, y nos trasladamos a la sacristía para conversar. Le advertimos que con dicha conducta contravenía la ley, y él respondió que "Enseñé y enseñaré. Donde chocan los mandamientos de Dios y de la Iglesia con los del Estado, se debe obedecer más a Dios," y no hizo caso de nuestra advertencia. A la semana volví con la comisión, y nue­vamente el P. Zdebskis daba clase. Se formuló un acta.

·      ¿Obraba con tacto el P. Zdebskis?

·      Sí, con tacto. Hasta bromeó al principio: "¿Aca­so vinieron por los hijos? Me encuentro listo para asistirlos . . .".

·      ¿En ambas ocasiones formularon actas?

·      En ambas.

 

(El testigo M. Naginevicius):

El 9-VII-1971 participé en la comisión por la en­señanza de niños in la iglesia. En la iglesia había un grupo de niños y madres. El P. Zdebskis explicaba. Le aclaramos que la enseñanza organizada de la reli­gión es contraria a las leyes, y respondió que lo sa­bía, pero que enseñó y enseñaría los mandamientos de Dios . . .

Después de un intervalo el juez leyó en alta voz los documentos integrantes del sumario, que demostra­ban "la culpabilidad" del P. J. Zdebskis:

Foja No. 3 del sumario: "Nota del presidente del Comité Ejecutivo del Raion de Prienai, dirigida al de­legado del SAR, Rugienis, denunciando que el 8 de julio del presente año en la iglesia de Prienai fué en­contrado el altarista Zakaryza con un grupo de 50 ni­ños. Advertido, Zakaryza manifestó: "Enseñé y ense­ñaré. Hago lo que manda Dios". Al ser advertido el 9 de julio el P. Zdebskis manifestó lo mismo. El P.

Zdebskis fué advertido por no querer obedecer las leyes.

Foja No. 20 del sumario (del anterior lugar de tra­bajo del P. Zdebskis): El presidente del comité ejecu­tivo del raion de Lazdija escribe que en Kapčiamiestis, por influencia del P. Zdebskis, se activó el trabajo religioso: se llevan cruces y coronas, aunque se carece de permiso. Atrae a los pioneros, a los pequeños oc-tubristas, los anotan en el rosario. El P. Zdebskis posee una motocicleta "Java" con la cual viaje por las ca­sas. Estuvo en lo de una familia comunista, diciendo que podía bautizar a su hijo también en casa."

Todos esos documentos — acusaciones, fotografías, advertencias — formaron 53 fojas del sumario. Luego de su lectura, el P. Zdebskis solicitó se le permitiera formular sus motivos como última palabra.

(Discursos de los acusadores):

Comenzó la causa judicial.

El fiscal "social" S. Ratinskas, director del interna­do de la escuela secundaria de Prienai, dijo en su discurso que el P. Zdebskis conocía las leyes que pro­hibían se enseñara religión a los niños menores de edad, pero que él no hacía caso a esas leyes, motivando que debía obedecer los leyes que prohiben enseñar reli­gión. Aunque él hace caso omiso de esas leyes, moti­vando que debía obedecer a leyes superiores. No es permitible malversar las leyes. Zdebskis destruye aquello que se enseña en la escuela.

Los alumnos no pueden adentrarse en el programa, dudan ... La Iglesia atemoriza a la gente. No posee experiencia de la vida ... El estudiante de religión primerizo no sería pedagógico, puesto que escribe sobre prostitución . . .La enseñanza religiosa en la igle­sia era organizada, pues sobre ello se había anun­ciado durante el sermón . . . Para el aprendizaje reli­gioso está el Seminario eclesiástico. Allí se permite el ingreso de hasta 10 candidatos, pero cuando no se hallan tantos, se acepta el ingreso de 3 ó 4, y ello satisface plenamente las necesidades de los creyentes, dado que su número disminuye siempre. El Estado no provoca dificultades a los creyentes . . .

El acusador terminó su discurso relatando un ca­lumnioso chisme sobre el P. Zdebskis.

Resumen del discurso del Procurador:

— Los padres y los tutores poseen plena libertad para enseñar cosas de religión a sus hijos. Se sancio­na por dificultar el cumplimiento de los cultos religio­sos. La "Declaración de la enseñanza religiosa" del concilio Vaticano II expresa que, además del derecho de los padres sobre sus hijos, también lo posee el Es­tado. El P. Zdebskis lesionó la ley de separación de la Iglesia del Estado. En los meses julio-agosto orga­nizó y cumplió sistemáticamente la instrucción de ni­ños menores de edad, en un total de 200-300 niños, por cuya causa se le debe aplicar la pena según el artículo estipulado en la ley . . .

Más adelante, el Procurador demostraba que el P. Zdebskis realmente organizó y enseño a los niños. De acuerdo a las declaraciones de los testigos y las palabras del acusado Zdebskis el delito es cierto y to­talmente probado. También realizó la instrucción de los niños el P. Zakaryza, al cual la procuradura sus­pendió la causa por determinadas circunstancias. Ter­minando su discurso, el Procurador solicitó al tribunal que se condenara a Zdebskis a 1 año de privación de la libertad, cupliendo esta condena en un campa­mento de trabajo común.

El defensor Riauba demostraba que el P. Zdebskis no había organizado la instrucción de los niños. Sola­mente había anunciado que se preocuparan por los conocimientos religiosos de los niños. No hubo ningu­na imposición. En el suplemento del Código Penal, está establecido por el Presidium del Soviet Supremo de la RSS de Lituania, como se debe aplicar el ar­tículo de separación de la Iglesia del Estado, especi­ficando la organización y realización sistemática. La so­la realización no basta. Además, algunos niños habían concurrido solamente una vez. ¿Es ello una instruc­ción sistemática?

El defensor recordó la demanda de Lenín de no lesionar a los creyentes, mientras el acusador así lo ha­bía hecho, basándose en infundados rumores sobre el P. Zdebskis. Finalizando su discurso, el defensor soli­citó al tribunal la no aplicación del artículo 143 del Código Penal, y dejar al comité ejecutivo el derecho de sancionar al P. Zdebskis con una multa de 50 ru­blos.

(Elacusado se convierte en acusador):

Luego el P. Zdebskis pronunció su última pala­bra. El juez interrumpió varias veces su discurso, im­pidiendo que pronunciara las ideas pretendidas, por lo cual ofrecemos aquí el texto anotado del discurso del P. Zdebskis:

Entre dos leyes

El derecho a vivir, cuando se prohibe nacer I.

El 25 de agosto de 1971 fui arrestado, y se me promovió un juicio penal porque durante el verano del presente año, en la iglesia de Prienai, instruía a los niños en las verdades de la fe. En una de las actas del sumario se dice: "Se encontraban en la igle­sia unos 70 niños y unos 50 padres. Se me acusa de trasgredir el artículo 143, parte primera, del Código Penal de la RSS de Lituania, que se refiere a la se­paración de la Iglesia del Estado. Se me notificó la acusación al detenerme."

¿En qué motivo mi comportamiento? Queda por repetir el mismo motivo que fuera expresado en la igle­sia, cuando un.grupo de ateístas, entrados en la igle­sia, me preguntaron si sabía que estaba prohibido enseñar a los niños. Queda responder con aquellas mis­mas palabras con las cuales los primeros enviados de Jesús explicaron al Supremo Tribunal: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos de los Apóstoles, 5.29).

1.Por lo tanto, la respuesta fundamental a la pre­gunta por qué instruía a los niños en las verdades de la fe, la da la exigencia de Cristo: "Id, pues, adoc­trinad ...a observar todas las cosas que yo os he man­dado". (Mt. 28.19). Este mandamiento comprende a to­dos los hombres, sin distinción de adultos o niños. Enseñar — no la sabiduría propia, no la manera de vivir ofrecida por algún cierto filósofo, sino esa vida que exige Cristo, subrayando especialmente su exigen­cia suprema: no considerar enemigo a ningún hombre. De todos aquellos, que se ofrecieron a ser maestros del arte de vivir, ninguno se atrevió a tal exigencia. Ni el partido comunista.

2.Esta exigencia de Cristo la reiteró la Iglesia Ca­tólica Romana, como persona jurídica, en su código hasta en tres parágrafos (CIC, 129, 130, 131).

3.El mandato de enseñar a los niños las verdades de la fe y el estilo de vida señalado por Cristo lo realizan los padres de los niños, poseyendo para ello un derecho natural. Si los padres desean que su hijo aprenda música, llaman a un profesor de música; si matemáticas — entonces a un profesor de matemá­ticas, etc.

Por lo tanto nosotros, los sacerdotes, nos encontra­mos entre dos leyes.

Pareciera que, al emitir leyes, el Estado pudiera tener otra finalidad, que no fuera el bienestar de los ciudadanos, que es inconcebible sin la libertad de con­ciencia, sin el derecho de los padres de educar a sus hijos. La Constitución de la RSS de Lituania recono­ce la libertad de conciencia y el derecho de los padres con respecto a sus hijos. La declaración de los de­rechoshumanos ha sido firmada. Sobre esto, hace un año fué ampliamente explicado en una causa similar al P. A. Šeškevičius. Por cuanto la actual causa no es asunto de un individuo aislado — el enjuiciado —, sino asunto de la Iglesia Católica, como persona jurídica, en un cierto espacio geográfico, entonces, tal vez, no habría necesidad de repetir todo ello.

Vale la pena recordar las últimas aclaraciones ofi­ciales sobre esta cuestión. El secretario general del CC de la URSS, L. Brezhnev, en su informe explicatorio en el XXIV congreso, subrayó: "No puede ser permitible los quebrantamientos de los derechos de la personalidad, el lesionamiento de la autoridad de los ciudadanos. Para nosotros, los comunistas, los partidarios de los ideales más huma­nitarios, es una cuestión fundamental". (29-VIII-1971, editorial del "Pravda").

El delegado del SAR, Rugienis, en una entrevistaoficial con Jakubka, redactor de un periódico lituanodel exterior, subrayó que en Lituania había totallibertad de religión y conciencia. Nadie tendría elderecho de averiguar sobre las convicciones religiosas. De este mismo modo presenta Jakubka lasituación de la religión en Lituania en su libro "TevuZeme" (La tierra patria), que salió de prensa enChicago en el corriente año. Del mismo modocuenta la obrita "Bažnyčia Lietuvoje" (La Iglesia en Lituania), que hace poco apareciera en los idiomas italiano e inglés. Es decir, que la explicación oficial de estacuestión, no solamente el año pasado, sino en elpresente, es del mismo tenor — en Lituania hay total libertad religiosa.      

La libertad para la Iglesia Católica, como persona jurídica, debe manifestarse en permitir su funcionamiento. Por ejemplo, si se permite vivir, por lo mismo se permite comer, respirar, etc. Si se permite a los sacerdotes existir oficialmente, por lo mismo se les permite también manifestarse en sus funciones fundamentales, es decir, ofrendar, perdo­nar los pecados en nombre de Dios (juzgar) y en­señar.

Resulta que yo estoy siendo enjuiciado por el cum­plimiento de mis directas obligaciones.

Examinando las fojas documentos del sumario — las particularidades escritas por los ateístas prece­dentes de diversos lugares de trabajo, también me acusan por el cumplimiento de mis boligaciones. Lástima que no encontré allí ninguna particularidad de la cancillería de la Curia — ¿acaso ella también me habría acusado por el cumplimiento de las obligaci­ones?

II.

(El acusado: los ateístas quebrantan las leyes):

En la evidencia del juicio también se deben seña­lar las circumstancias psicológicas, que marcaron indudable influencia en mi comportamiento, por el cual soy enjuiciado.

Esas circunstancias las crearon los hechos de la vi­da, por cuanto los propios ateístas o las instituciones individuales no respetaron esa misma ley, que decla­ra la libertad de conciencia, según la cual se me en­juicia.

La palabra "ateísta" ha sido empleada como la más adecuada a este asunto, por cuanto el ateísta, ya sea trabajador de la seguridad, o trabajase en la ad­ministración, o en la esfera educacional, se manifiesta del mismo modo a este respecto — como un comba­tiente contra Dios.

El problema de la libertad de conciencia lo resuel­ven las leyes de la URSS separando a la Iglesia del Estado. Desgraciadamente, gracias a ciertos ateístas, la Iglesia no se siente separada del Estado, sino al con­trario — doblegada a los intereses ateístas, y ello, muy frecuentemente por medio del engaño y la traición.

Por esos mismos motivos los creyentes se sienten "marginados", perciben su desigualdad ante la ley.

Estos hechos, que conoce ampliante toda la comu­nidad, no pueden ser ignorados por las procuradurías. ¿Por qué callan, pues?

Puede recordarse uno que otro hecho, más intima­mente ligado con nuestro juicio.

En primer lugar, la desigualdad de los creyentes ante la ley lo demuestra el hecho de que los ateístas poseen su prensa, sus escuelas, y se les prohibe te­nerlas a los creyentes.

Si los sacerdotes son penados por la preparación de los niños para la primera confesión, entonces quisi­era preguntar si ha sido promovida, aunque más no fuera, una sola causa a los ateístas por el quebranta­miento de los derechos de los creyentes, en base al complemento del parágrafo 143 del CP, publicado en 1966. Y es que ha habido tales quebrantamientos. Por ejemplo, hace un año fué despedida de su empleo una maestra de la escuela secundaria de Vilkaviškis, por ser creyente y por lo tanto carente del derecho de realizar un trabajo pedagógico y hasta de no ser empleada en parte alguna. ¿Acaso no es un quebrantamiento de la libertad de conciencia? Y no es un hecho único en nuestra región.

También es finalidad de los ateístas, que la comu­nidad, especialmente la juventud, los escolares, los empleados, no participen en la Misa. Seguro que ellos presienten intuitivamente que resulta más fácil conocer a Dios por su faz; presienten que todo aquello, que nosotros denominamos influencia de la gracia, y por lo mismo la fuerza de la fe, está ineludiblemente ligado con la Misa. Es decir, la libertad de conciencia existe, pero la cultura interior de la comunidad, especialmente de la juventud, no debe ser fomentada. Hay una serie de hechos en que los maestros impiden entrar en la iglesia a los escolares  que  participan  de  un  entierro,  o los hacen salir de la iglesia. ¿Acaso no es delinquir contra la libertad de conciencia? Esos y parecidos hechos, que conoce ampliamente la comunidad, no pueden ser ignorados por las procuradurías. ¿Por qué callan, pues? ¿Por qué, entonces, debe sorprender que los creyentes no sientan igualdad ante las leyes?

(Elacusado: ¿por qué callael gobierno?):

Para los creyentes resulta incomprensible el por qué el gobierno no ha respondido a ninguna nota de los creyentes, en las cuales se le descubría al gobierno las anormalidades existentes con respecto a los creyentes.Y eso que fué publicado en la prensa, que la instancia correspondiente debe reaccionar ante las notas en el lapso de un mes. Uno de los ejemplos puede ser las acciones de los creyentes relacionadas con este juicio. Cuando en el presente verano, mientras se instruía a los niños en las verdades de la fe, penetró en la iglesia un grupo de ateístas y comenzó a fotografiar alevosamente a los niños, entonces las madres saltaron a defender a sus hijos. En la iglesia se promovió un escándalo — hace falta tan poco para la psicología de la comunidad para que pudiera repetirse algo similar a los acontecimientos de Kraziai en la época de la opresión zarista. (Quisiera preguntar, ¿si todo eso suscita el respeto hacia la Constitución?). Después de este hecho, 89 padres formularon una acusación en la Comisión de Control del Pueblo en el CC de la URSS, exigiendo "detener el desenfreno contra los creyentes". Esta solicitud no obtuvo ninguna respuesta oficial, aunque llevaba la dirección del remitente.

Ante la evidencia de estos y otros hechos semejan­tes, se formula naturalmente el interrogante: ¿acaso la comunidad creyente no está al margen de la ley? ¿Acaso habría que sorprenderse si en la comunidad se promovieran pensamientos de que la libertad de conciencia en la Constitución, la firma de la Declara­ción de los Derechos Humanos, etc., es mera propa­ganda? Al igual que el suplemento del parág. 143 del CP de 1966, respecto a las penalidades por el menoscabo de los derechos de los creyentes; también la entrevista de Rugienis a Jakubka; y las obras "Tevu zeme" (Tierra patria), "Baznycia Lietuvoje" (La Iglesia en Lituania) y otras, que se refieren a la libertad religiosa . . .

¿Por qué, viendo esto, callan las procuradurías? ¿Acaso existen ciertas leyes secretas, contrarias a las oficiales y desconocidas por la comunidad?

Veamos más adelante.

(El acusado: losengaños y traiciones de losateístas):

En una serie de circunstancias elcomportamiento de los ateístas rezuma evidente engaño y falacia con

respecto a las exigencias de la conciencia. ¿Por qué todo esto no es penado? Más de una vez, el com­portamiento de los ateístas, con respecto a los creyen­tes, resulta semejante al comportamiento del príncipe Gloster en el siglo XV, representado en los escritos de Shakespeare, quien, pretendiendo el trono de Inglaterra, asesinaba secretamente a sus competido­res, mientras se las ingeniaba para mostrarse ante la comunidad con un libro de oraciones en las manos.

1.¿Acaso no quebrantan la libertad de conciencia los falaces esfuerzos ateístas . . .—en un país cuya Cons­titución garantiza la libertad de conciencia — para des­truir la Iglesia desde adentro, creando la impresión de que los Obispos se encuentran en sus puestos, que las disposiciones emanan de la cancillería del obispa­do, aunque, mientras tanto, la distribución de los sa­cerdotes a sus lugares de labor y muchas otras dis­posiciones han sido dictadas por los ateístas, en pro­cura de conseguir que la situación de la Iglesia Cató­lica sea similar a la de la Iglesia Ortodoxa?

2.¿Acaso no rezuma falacia el procurar com­prometer, ante los ojos de los creyentes y hasta del Va­ticano, a ciertos sacerdotes y hasta Obispos? Por ejem­plo, ¿acaso es un deseo de los creyentes, que el enér­gico y sano Obispo V. Sladkevičius, en la lista mun­dial de obispos del Vaticano sea titulado "sedi datus"?

3.¿Acaso no muestra falacia el hecho de que el Seminario Eclesiástico exista, aunque se autoriza el ingreso, y por lo mismo la promoción, de apenas 4-5 candidatos, cuando mientras tanto en Lituania fallecen anualmente 20-30 sacerdotes. Eso mismo muestra el pretender que no lleguen al Seminario estudiantes y profesores extraordinariamente talentosos y de elevada cultura.

4.Lo mismo con la enseñanza de los niños. Aunque se permite tomar la Primera Comunión, pero ¿qué significa la exigencia de examinar a los niños de uno a la vez (aunque no exista tal ley en forma jurídica)? ¿Cómo se puede preparar individualmente en aque­llas parroquias donde, durante el verano, hay varios centenares? Justificadamente los padres esperan de no­sotros, los sacerdotes, ayuda en este asunto ¿Y qué nos queda por hacer? ¿Permitir que los niños tomen la Primera Comunión sin estar preparados? Aquello, que el hombre desconoce, no puede llegar a amarlo. ¿Acaso allí no se esconde un falaz intento de quitar silenciosamente los hijos de sus padres? Entonces los ateístas podrán manifestar: entre nosotros hay libertad de conciencia — la gente por sí misma desecha la fe . . .

Pero es que tamaña libertad religiosa es semejante al permiso de vivir, cuando se prohibe nacer.

(Advertencia para los jueces):

Honorables jueces, se quisiera pensar que también ustedes, tal como muchas otras personas de la gene­ración más joven, hoy día conocéis a Dios de "Pla­ceres de la Biblia" y otros libros similares, pero no a ese Dios que murió por nosotros en la Cruz; por lo tanto, aunque poseyendo diplomas de altos estudios en vuestras especialidades, dificulto si actualmente po­dríais pasar un examen de cosas de la fe, que los niños pueden dar antes de su Primera Comunión.

Con solamente recordar esto (por cuanto, emple­ando las palabras de Rachmanova, también vosotros sois hombres, fabricados por "la fábrica de hombres nuevos"), nosotros debemos perdonarlos por el pre­sente juicio y rogar a Dios misericordia. El día que en la iglesia fué promovido el desorden, pregunté poste­riormente a los niños: "Niños, ¿acaso debemos odiar a esta gente?". Ellos respondieron: "¡No!" — "¿Y cuál es el mandamiento más importante de Jesús?" — "No considerar como enemigo a ningún hombre", vol­vieron a responder.

Recordando nuevamente estos hechos, de los cua­les he mencionado uno que otro como ejemplo, que son conocidos ampliamente por la comunidad y los cuales no puede ignorar la procuraduría, queremos pre­guntar: ¿por qué todo eso es tolerado, mientras yo soy juzgado, acusado de quebrantar la libertad de con­ciencia? ¿Cómo puede ser encausado un ciudadano en base a las leyes que, como vimos, en numerosas circunstancias, no respetan ni las propias instituciones nacionales individualmente? Ya por el solo hecho de que se le promueve una causa así a un sacerdote, re­sulta un delito contra la libertad de conciencia, tal co­mo los esfuerzos de quitar los hijos a sus padres. Tal vez hubiera sido posible acusarme de infringir la li­bertad de conciencia, si yo hubiera enseñado sin saber­lo los padres.

¿Es que, acaso, el propio Estado olvida las dispo­siciones de su Constitución al tolerar todo eso?

Finalmente el propio artículo, segúnel cual soy juz­gado, pareciera no tener claras providencias.Por ejemplo, podemos recordar, por caso, un juicio se­mejante en el año 1964, en el cual, también por la en­señanza de niños, fui condenado a un año de prisión. Después, transcurridos algunos meses, llegó la orden del gobierno de soltarme y anular el fallo. El motivo del acta de liberación era: "Se ha comprobado que no hubo coerción sobre los niños". Pero esto lo sabía el tribunal al condenarme a prisión. Acerca de la coerción sobre los niños ni fué mencionado por el tri­bunal. En la causa, el artículo 143 era explicado así: está prohibido organizar y enseñar las verdades religio­sas en la escuela (no en la iglesia). A pesar de que no estaba acusado por esto, el tribunal me juzgó lo mis­mo. ¿Cómo entenderlo? ¿Y si después me absolvie­ron, por qué nuevamente estoy siendo juzgado por ese mismo artículo? Es que no es de ahora que el tribunal sabe perfectamente, que no hubo coerción contra los niños. Ello lo testimonia hasta la solicitud de los pa­dres sobre esta cuestión enviada al gobierno de la URSS: los niños no eran instruidos en la escuela; estaban en­señados por voluntad de los padres.

III.

(¿A quién obedecer, a Dios o a los hombres?):

¿Cual es la conclusión de todo esto?

Aunque considerando con visión humana, miope, en ocasiones similares uno siempre desearía repetir las palabras de Jesús: "Padre . . . aleja de mí esta copa", empero por cierto que nosotros, los sacerdotes, debe­ríamos agradecerles por esta y similarescausas. Es­tos hechos impelen a que hablen nuestras conciencias, nos impide dormirnos, obligan a la reflexión, nos en­frentan a dos posibilidades.

Una posibilidad es la de elegir el llamado camino de la "colaboración pacífica con los ateístas": inten­tar servir a dos amos, ser obsecuente a las pretensio­nes ateístas: que el sacerdote ocupe sus funciones, pero que no sea peligroso para el ateísmo; que por sí mis­mo ahuyente a la juventud de la iglesia, le impida par­ticipar en los cultos, procesiones, que no le deje ayu­dar en la Santa Misa; que, preparando los niños para la Primera Comunión, se contente solamente con que sepan algunas oraciones, sin la menor comprensión de los misterios de la Misa — el centro de toda la vida cristiana; ¡que los sacerdotes no piensen, cual será la situación del país después de 10 ó 20 años! Esto significa que los sacerdotes no deben cumplir con sus obligaciones directas, tienen que decidirse por el con­flicto con su conciencia, preocupándose solamente de qué se compondrán los platos de sus comidas. El de­be procurar olvidar que igualmente a los niños le ha­brá de ser comentado sobre Dios, pero acerca de uno tal, que no existe en realidad. (Yo tampoco creo en ese Dios, como lo pinta la prensa y la radio de nues­tro alrededor . . .)

Vosotros me enseñasteis tras las rejas a millares de jóvenes. Ninguno de ellos conoce a un Dios tal, al cual se debe amar y el cual nos ama. A ellos nadie les habló acerca de tal Dios, nadie les enseñó a bus­car su felicidad haciendo el bien a todos los hombres, hasta al enemigo. Sé perfectamente que si nosotros, los sacerdotes, no hablásemos de ello, entonces las piedras comenzarían a clamar, y Dios nos exigirá su destino.

He aquí lo que significa en nuestro entorno la cola­boración pacífica con el ateísmo, lo cual de ningún modo pueden comprender los fieles que viven en el exterior.

La segunda posibilidad es la de ser sacerdote se­gún el pensamiento de Cristo, dicidido a cumplir las obligaciones que impone Cristo y el Derecho Canóni­co, y, al mismo tiempo, aceptar todo lo que la Pro­videncia le permitirá experimentar, como lo vemos en ésta ocasión: elegir las ventanas con rejas, tal como los investigadores decían: "No aceptaste pato asado, ahora comerás el pan de la cárcel."

Por lo tanto,si a nosotros, los sacerdotes, no nos juzgan los tribunales, ¡entonces nos juzgará la Patria! Finalmente nos llegará la hora de la justicia Supre­ma. Esto a nosotros, los sacerdotes, nos ayuda a temer a Dios, mucho más que vuestra justicia.

Nuevamente vuelvo a recordar a esos millares de jóvenes, tras las rejas. Ellos no sabían obedecer a sus padres en la niñez ...A mí me resulta querido el país sobre las riberas del Nemunas. Se perfectamente que este país no existirá allí, si su hijos no son capaces de obedecer a los padres. Acerca de esto yo les hablé. Y les dije que ese era un mandamiento de Dios.

Si vuestra conciencia considera eso como delito, considérenme como un fanático y juzgenme, ¡pero igualmente a vosotros mismos!

Pido al tribunal considerar lasmencionadas circunstancias psicológicas y no olvidar, que el fallo del tribunal puede obligar a que la comunidad creyente crea que algunos parágrafos de la Constitu­ción son meramente propaganda. ¿Acaso puede haber respeto a una disposición que obliga a contrariar la conciencia; acaso pude quedar respeto para una ley, si esta condena por el cumplimiento de sus obliga­ciones?

Queda solamente por repetir las palabras de los primeros apóstoles, pronunciadas ante un tribunal: "Hay que obedecer más a Dios que alos hombres."

(El tribunal: culpable):

Después de las palabras del P. J. Zdebskis siguió un intervalo de dos horas. Vuelto de una larga deliberación, el tribunal emitió, en nombre de la RSS de Lituania, el siguiente dictamen:

"Reconocer que Zdebskis Juan, hijo de Vincas, nacido en 1929, ha incurrido en delito previsto en el art. 143, inc. 1 del CP de la RSS de Lituania y condenarlo a un año de privación de la libertad, debiendo cumplir la pena en una colonia de trabajo correctivo de régimen común. Considerar el comien­zo de la pena a partir del 26 de agosto de 1971."

El 9 diciembre de 1971, el Colegio judicial de las causas penales del Supremo Tribunal de la RSS de Lituania decidió que el P. Zdebskis había sido hallado culpable con fundamentos y que la pena aplicada correspondía al delito cometido y a su personalidad.

Actualmente el P. Zdebskis cumple su condena en Praveniskiai.

¡Que el sacrificio de los que sufren por la fe reavive la tierra de nuestros padres!