La destrucción de una capilla

En el interior del gran bosque situado entre Kuršėnai y Zarenai-Latveliai existía una capilla de cemento armado de 8 metros de largo por 5 metros de ancho. A su alrededor se habían colocado más de 50 cruces de cemento, madera y hierro. En su mayoría habían sido erigidas en señal de agradecimiento a Dios por la recuperación de la salud y otras gracias, puesto que el lugar era considerado milagroso por la gente. A unos 50 metros de la capilla brotaba una fuente, también considerada milagrosa por los creyentes. Colgaba en la capilla un cuadro de la Virgen Madre de Dios del Perpetuo Socorro muy venerado por la gente. En la festividad de la Ascención se congregaban allí millares de personas.

En los últimos tiempos la capilla había sido restaurada por las donaciones de los fieles: se construyó un hermoso altar de estilo gótico, se colocaron pisos y cielorrasos y se pintó en su totalid­ad.

Los ancianos contaban que allí habían sido sepultados los rebeldes de 1863 (uno de los levanta­mientos de los lituanos contra el dominio zarista ruso. El T.).

En el otoño de 1974, el presidente del Comité Ejecutivo del raion de Šiauliai — Berzinis y el secretario del Partido — Rupšys, conjuntamente con el Director de Bosques — Kavaliauskas y el presi­dente del Sindicato profesional — Žaliauskas y otros, contando con un grupo de milicianos y agentes de la Seguridad, muy temprano por la mañana, aún no amanecido, destruyeron la capilla, con un tractor cavaron un gran pozo donde enterraron los escom­bros, quemando allí mismo las estatuillas. En camio­nes transportaron las cruces a una distancia de 10 kilómetros, donde las enterraron. También taparon con tierra la fuentecilla.