Moldavia

Los católicos de Moldavia desde 1974 eran atendi­dos por el único sacerdote en Moldavia, Vadislav Zavalniuk, a quien la jefatura eclesiástica había designado para trabajar en Moldavia apenas hubo egresado del Seminario de Ryga.

    Durante todos estos cinco años de su labor pastoral, las autoridades estuvieron siguiendo cada uno de sus pasos. Más de una vez fué castigado y advertido por las autoridades, por haber osado, haciendo caso omiso de la prohibición de las autori­dades, a prestar atención a los católicos enfermos y moribundos no solamente de Kishiniov, sino también de otras ciudades y aldeas de Moldavia, en una palabra, allí donde era solicitado. Notando que resultaba imposible comprar la conciencia del sacer­dote, las autoridades soviéticas apelaron a medidas radicales. El 6 de diciembre le privaron al P. V. Zavalniuk de su permiso de trabajo.

En la eliminación del P. V. Zavalniuk de su labor, cooperaron considerablemente el presidente del comité parroquial Augustin Faiglevic y el vocal del comité Zigmunt Rudnickii, a quienes las autoridades soviéticas lograron implicar en sus finalidades.

Durante largo tiempo estos dos delegados del comité parroquial mantuvieron oculto su doble juego, empero no olvidaron que de los traidores se hastían no solamente los suyos, sino también aquellos que utilizan sus servicios.

En los últimos tiempos, hasta el Delegado de los cultos religiosos ya no ocultaba quien les suministra­ba las noticias y las incesantes acusaciones. Al darse cuenta que ya habían sido desenmascarados, A. Faiglevic y Z. Rudnickii su quitaron las caretas.

El 23 de diciembre de 1979 el P. V. Zavalniuk llegó a la iglesia para conversar con el comité parroquial. El presidente A. Faiglevic lo echó, recriminándole ofensivamente: "Tú ya no eres más nuestro sacerdote ni nuestro señor. Aquí el señor soy yo y el Delegado de asuntos religiosos".

El 6 de enero de 1980, festividad de los Reyes Magos, el vocal del comité Z. Rudnickii, sin poseer la menor aturoización del sacerdote, pronunció un sermón a los fieles reunidos en la iglesia durante el oficio religioso. En verdad, no fué un sermón, sino un público descubrimiento de su verdadero rostro. En dicho "sermón" Rudnickii se burló de los católicos, que amaban a su sacerdote y acusó al P. V. Zavalniuk de haber desobedecido las indicaciones del presidente del comité.

El 8 de enero de 1980, el P. V. Zavalniuk volvió a presentarse en la iglesia y conversó con los miembros del comité. Al percibirlo, A. Faiglevic llamó por teléfono al Delegado pidiendo que enviara a la milicia, puesto que el sacerdote estaba promoviendo una rebelión en el seno de los creyentes. Otros miembros del comité, indignados por tal comporta­miento del presidente, exigieron que renunciara a sus funciones presidenciales. Faiglevic soltó un juramen­to: "¡Aunque me encuentre en el infierno con el propio Lucifer, de ningún modo cederé a nadie mis funciones de presidente!"

Por su propia cuenta (claro está que con la condescendencia del Delegado) Faiglevic eliminó a los miembros más activos del comité que intentaron defender al sacerdote, y cuando la gente exigió que se eligiera otro presidente del comité, el Delegado lo denegó categóricamente: "El camarada A. Faiglevic ha sido y será el presidente". Claro, porque tal presidente no sirve a la iglesia sino a la KGB.

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