Los días 24 y 25 de noviembre de 1980, el Supremo Tribunal de la RSSL de Vilnius estuvo considerando el juicio de Genovaite Navickaite y Ona Vitkauskaite, por la reproducción y difusión de "Crónica ICL".

Sobre la realización del juicio no se avisó hasta a los parientes más cercanos de las enjuiciadas, — se supo solamente a través de los testigos que habían sido citados por el tribunal. Ante la sala del tribunal formaban guardia los agentes de la Seguridad, sin dejar entrar a nadie, excepto a los familiares más próximos. La sala estaba colmada por los agentes de la Seguridad y, según palabras de los chequistas, por los "practicantes". A Brone Vitkauskaite no le permitie­ron ausentarse del trabajo, a fin de que no pudiera asistir en el juicio de su hermana, alegato. Habló con suma brevedad, aludiendo que en estos momentos en Lituania no existe libertad de fe ni de prensa.

Por la tarde fué leído el dictamen: Anastazas Janulis fué condenado a 3,5 años de lager de régimen severo, mientras Povilas Buzas lo era a 1,5 años de lager de régimen severo. El fallo fué leído también en presencia de público selecto, pues los que pretendie­ron entrar en la sala fueron echados con gran alboroto del edificio de la justicia.

Terminado el juicio, un grupo de creyentes que habían pretendido participar en este juicio, conjunta­mente con los familiares de los condenados, se dirigieron a la catedral de Kasiadorys. De rodillas ante la tumba del mártir nacional Arzobispo T. Matulionis, rezaron por los condenados, por los enemigos de la Iglesia, agradecieron a Dios porque la Iglesia Católica de Lituania se había engalanado con dos nuevos mártires, quienes sus sufrimientos en los lager soviéticos habrán de ofrecerlos por la libertad de la Nación y la Iglesia.

*    *    *

A las 10 hs. las enjuiciadas son traídas a la sala, acompañadas por soldados. Inesperadamente se les acercan las testigos Terese Petrikiene y Genute Macenskaite para saludarlas: "¡Saludos de todos, los que ruegan por vosotras!" Los soldados groseramente hacen a un lado a las osadas.

El juez presenta la conformación del tribunal: presidente del tribunal — Repsa, consejeros — Burokeviciene y Gudelevicius, fiscal del Estado — Kyrijenko.

La enjuiciada O. Navickaite recusa el defensor, motivándolo que si no lo ha visto hasta el juicio, con mayor razón le resulta innecesario durante el juicio, y, además, en esta clase de proceso él no podría ayudarle en nada. También Ona Vitkauskaite rechaza su defensor. El tribunal consiente que los abogados no participen, y estos abandonan la sala.

Se lee el sumario de acusación. Los enjuiciadas son acusadas de acuerdo al art. 199, inc. 1 d del CP de la RSSL, por calumniar el régimen soviético, dado que reprodujeron y difundieron "Crónica de la Iglesia Católica de Lituania". O. Vitkauskaite reprodujo el número 42 de "Crónica ICL", y G. Navickaite los números 40, 41 y 42. Los hechos publicados en "Crónica ICL" son calumniosos.

G. Navickaite, interrogada por el juez si se reconocía culpable, respondió que no era culpable, pues "Crónica ICL" es una publicación de índole religiosa, y ella la había imprimido tratando de defender la Iglesia de la persecusión.

El juez lee algunos párrafos de "Crónica ICL", donde se menciona el pacto Molotov-Ribentrop por la repartición de los Países Bálticos, la incorporación por la fuerza de Lituania en la conformación de la Unión Soviética, como en los años de postguerra fueron vilipendiados los cadáveres de los patriotas lituanos en las calles de los poblados, mientras, la gente inocente era desterrada a Siberia. G. Navickaite responde que, debido a relatos de otras personas ella sabe que en realidad se había procedido de ese modo. El juez vuelve a leer otro párrafo, donde se expresa que en Moscú se están fraguando planes para destruir la Iglesia desde adentro, y afirma que ello es una calumnia. Nuevamente lee que en el lager de Pravieniskiai no existe diferencia entre los presos y sus guardianes, — sólo si diferencian por el uniforme. Navickaite le responde que es así en realidad, puesto que los guardianes son con los condenados suma­mente brutales, groseros e insultan incesantemente.

El juez interroga a Navickaite de quien ha obtenido las máquinas de escribir. La enjuiciada explica que una la había obtenida del P. Virgilijus Jaugelis (fallecido en febrero de 1980. Obs. de la Red.), mientras la otra fué adquirida de una persona desconocida, quien le había entregado también los números 40, 41 y 42, pidiéndole que los reprodujera.

El juez pregunta si Navickaite se reconoce culpa­ble.

La enjuiciada no se reconoce culpable.

El Procurador también pretende demostrar que "Crónica ICL" no defiende las cuestiones de la Iglesia, sino que se entromete en la política.

Posteriormente es interrogada Ona Vitkauskaite. El juez inquiere con que finalidad la enjuiciada viajó a Bagota, quien le facilitó "Crónica", con que finalidad la reprodujo, etc. La acusada explicó que había encontrado "Crónica ICL" en el buzón de su casa, mientras que los ejemplares reproducidos los habría dado a sus conocidos. Tampoco O. Vitkauskaite se reconoció culpable.

El interrogatorio de los testigos.

La primera en ser interrogada es Terese Petri-kiene, en cuya casa se encontraba G. Navickaite. La testigo aseguró que G. Navickaite en su casa estuvo escribiendo solamente un día antes de su detención.

La testigo Genovaite Macenskaite se negó a firmar la advertencia sobre la responsabilidad por falso testimonio. Lo motivó así: "Por cuanto tanto en momentos del allanamiento, aunque me hallaba en casa pero no me permitieron observar el procedi­miento, cuanto en el sumario indagatorio en que pretendieron falsear el acta, he llegado a formarme la opinión que no es posible confiar en los agentes de la Seguridad, por lo cual tampoco he de firmar aquí".

—       ¿Entonces vos no confiáis en los tribunales?

—       No confío en ninguno de vosotros, ¡porque todos sopláis el mismo instrumento! — responde la interro­gada.

G. Macenskaite testimonió que, junto con Navick­aite, estudiaron y trabajaron. "Es una sorprendente persona, rara de hallar en la vida. Honrada, jamás ha pronunciado ni la menor de las mentiras, sumamente compañera y sincera. Seres tales como Genute, son incapaces de cometer el menor delito. Espero que el tribunal la declare "inocente". Además, Macenskaite negó que Navickaite le hubiera dejado "Crónica ICL".

El cura párroco de la parroquia de Bagota P. Vaclovas Degutis (en la casa parroquial de Bagota fué detenida Ona Vitkauskaite. Obs. de la Red.) testimo­nió que había visto a Vitkauskaite en una sola oportunidad, cuando visitaba a su ama de llaves. No sabía nada más sobre ella.

El ama de llaves de la casa parroquial de Bagota, Janina Pileckyte, no se presentó ante el tribunal.

El tribunal expone el material de inculpación: durante el allanamiento de la casa parroquial de Bagota, en el segundo piso se halló una máquina de escribir marca "Erika", papel de máquina, el número 42 de "Crónica ICL" y 10 ejemplares incompletos, sobre los cuales se encontraron las impresiones digitales de Vitkauskaite. Anteriormente Vitkauskai­te había trabajado en funciones de ingeniero, y este último tiempo como mucama de la iglesia de Sasnava. La característica de los empleadores señala que era reconcentrada, no participaba en las actividades comunitarias, pero más tarde evidenció ser suma­mente religiosa.

Durante el allanamiento en la casa de Petrikiene se encontró a Genovaite Navickaite escribiendo a máquina. Se hallaron dos máquinas de escribir ("Erika" y "Óptima"), el número 42 de "Crónica ICL" y 10 ejemplares sin abrochar. En los números de

"Crónica ICL" hallados en lo del P. S. Tamkevicius se encontraron las impresiones digitales de Navickaite. Estos números de "Crónica ICL" fueron copiados con la máquina de escribir de Navickaite. En el domicilio de G. Macenskaite .se halló un número de "Crónica ICL", escrito con la máquina de escribir de Navickai­te. El número 41 de "Crónica ICL" hallado el 30 de enero de 1980 en lo del habitante de Birštonas Povilas Buzas, ha sido transcripto con la máquina de escribir de Navickaite. Se da lectura a la característica enviada por el Hospital de Clínica II de Kaunas, en la que señala que Navickaite era atenta con los pa­cientes, suave y cumplía perfectamente su trabajo, aunque no participaba en la actividad comunitaria.

El 25 de noviembre vuelve la guardia de los agentes de Seguridad frente a la puerta. La entrada es franqueada sólo a los familiares más cercanos.

Se concede el uso de la palabra al acusador fiscal.

El Procurador se refirió a que las procesadas estaban acusadas de acuerdo al art. 199, inc. 1 d del CP. Ellas multiplicaban y difundían "Crónica ICL". El Procurador afirmaba que su misma denominación ya era calumniosa — Crónica ICL. En su opinión, huelen a calumnia los títulos de los artículos: "La ocupación — desgracia de la Iglesia Católica de Lituania", "Anilionis — el estrangulador de la Iglesia" y otros. El Procurador lee un párrafo de "Crónica ICL": "Difíciles fueron en Lituania los tiempos de postguerra: gente inocente era deportada a Siberia, los cadáveres de los patriotas asesinados arrastrados por las calles de los poblados, las cárceles abarrotadas de gente inocente . . ." "Como podemos verlo, es una evidente calumnia, porque nada de eso sucedió", — aseveraba el Procurador. En el artículo "En vez de la esperanza — el temor" ("Crónica ICL No. 40) se pronuncian contra los sacerdotes y Obispos leales al gobierno soviético. En el No. 41 de "Crónica ICL" se expresa: "1980 no promete nada bueno para los católicos de Lituania. Eso mismo aseguran también los tanques soviéticos en Afganistán". "¡Aquí se calumnia claramente a la Unión Soviética!" — se enfadaba el Procurador. Seguidamente el acusador explicaba minuciosamente cuales números de "Cróni­ca ICL" habían sido transcriptos por G. Navickaite y llegó a la conclusión que la detenida "había reprodu­cido y difundido activamente Crónica, aunque no se hubiera reconocido culpable".

"Ona Vitkauskaite, — prosiguió el fiscal Kyrijen-ko, — habiendo adquirido de un desconocido una máquina de escribir y habiendo hallado en el buzón de cartas el número 42 de "Crónica ICL", comenzó a transcribirlo. Prosiguió esta labor en la casa parro­quial de Bagota, donde fuera detenida. Su culpa queda palpablemente demostrada, aunque la procesada no se haya confesado culpable".

Al término de su exposición, el Procurador solicitó para G. Navickaite 2,5 años de lager de régimen común, y para O. Vitkauskaite — 2 años de lager de régimen común.

Exposición de defensa y alegato final de G. Navickaite (reproducido de memoria. Obs. de la Red.).

(Si no es persecusion religiosa, ¿qué es?):

"El tribunal me acusa, — dijo la procesada, — que al publicar "Crónica ICL" he calumniado el orden soviético. El orden no lo he calumniado, pues considero a "Crónica ICL" una publicación de índole religiosa, que pone en evidencia los hechos de la persecusion de la Iglesia Católica de Lituania. Que los creyentes son perseguidos, lo conozco por la experien­cia de mi propia vida. Tenía apenas 14 años de edad cuando uno de mis hermanos (el sacerdote Zenonas Navickas. Obs. de la Red.) envió su solicitud al Seminario Eclesiástico, y entonces los funcionarios gubernamentales comenzaron a perseguirlo de todas las maneras. Los agentes de la Seguridad intentaron disuadirlo, intimidándolo que de cualquier modo no ingresaría en el Seminario. Llegóse a casa el presi­dente del departamento, Diomkinas para ordenarle a papá que prohibiera a su hijo ingresar en el

Seminario Eclesiástico y hasta amenazó con golpear a mis padres, siendo defendido por un primo. Posterior­mente despidieron del trabajo a mi hermano. A mi misma me atemorizaban en la escuela secundaria que si mi hermano ingresaba al Seminario yo no podría finalizar los estudios secundarios y no podría ingresar en ningún otro establecimiento educacional. Aunque el Seminario Eclesiástico aceptó a mi hermano, empero las autoridades lo rechazaron y no fué admitido en el Seminario. Estos hechos influenciaron sumamente sobre mí, — comprendí que los creyentes realmente estaban perseguidos. Posteriormente he podido experimentar muchísimas veces, como los creyentes y los sacerdotes son perseguidos, menosca­bados y castigados. Todos los hechos publicados en "Crónica ICL" son fidedignos, y no calumnias, a lo que pido que el tribunal preste su atención. No me reconozco culpable".

"Aunque de parte de los ateístas haya experimen­tado mucho menoscabo, — prosiguió su exposición G. Navickaite, — pero trabajando de enfermera he cuidado y me he ocupado de la salud de todos por igual, tanto ateos como creyentes."

En sus palabras finales, Navickaite expresó la convicción que el tribunal la habría de reconocer inocente, y si fuera condenada, entonces más que nunca sentiría ese daño que había experimentado en los albores de su juventud. A su vuelta del lager, proseguiría cuidando los enfermos creyentes y no creyentes.

Exposición de defensa y alegato final de Ona Vitkauskaite (anotada de memoria. Obs. de la Red.).

(Los niños coaccionados por el ateísmo):

La procesada dijo que la Constitución de la URSS garantiza la libertad de conciencia, de fe y de prensa, empero en Lituania a muchos jóvenes deseosos de ingresar al Seminario, las autoridades les impiden hacerlo, por lo cual numerosas parroquias se encuen­tran sin sacerdotes. Resulta doloroso observar como son coaccionados los niños en las escuelas, como se les inculca el ateísmo por la fuerza. Los padres se quejan que sus hijos son educados en contra de sus conviccio­nes. También es horrible la situación de los creyentes en otras repúblicas soviéticas. "Juez, conviértete un minuto en creyente y habrás de comprender si ello es soportable . . ."

El juez interrumpe el discurso de Vitkauskaite, reclamándole que se refiera exclusivamente a aquello relacionado con el material de su causa.

"Juez, — prosiguió la inculpada, — lo que yo digo indirectamente atañe a la causa, dado que a través de ello se evidencia que la Iglesia es perseguida en Lituania y que "Crónica" no calumnia al gobierno, sino que escribe la verdad. "Crónica ICL" defiende los derechos de los creyentes. Por su multiplicación no se debería condenar, sino dirigir una atención especial sobre el comportamiento de ciertos funciona­rios. Los hechos publicados en "Crónica" son fidedig­nos, por lo cual el gobierno debería procurar que no se repitan sucesos similares".

Al finalizar su exposición de defensa, O. Vitkaus­kaite destacó que no se consideraba culpable y no pedía la gracia del tribunal. Al propio tiempo manifestó su pesar porque el tribunal la hubiera tildado de calumniadora, puesto que en la vida jamás había calumniado a nadie y siempre procuró ser honrada. "También Cristo sufrió inocentemente en la cruz, fué despreciado y calumniado por todos. La libertad, claro está, es apreciada por todos, pero si fuera condenada ofreceré mi sacrificio por el porvenir de Lituania, por la juventud lituana, para que sean buenos, que todos se amen unos a otros y que cada cual pueda vivir y creer libremente".

Tras un prolongado intervalo, fué leído el dicta­men: "El tribunal ha comprobado la culpabilidad, pero, considerando las excelentes características de los empleadores, se atenúa la sentencia". A Genovai­te Navickaite se le aplican 2 años de prisión, a cumplir en un lager de régimen común, y a Ona Vitkauskaite la pena de 1,5 años, a cumplir también en un lager de régimen común.

Tras la sentencia, los familiares y testigos que se encontraban en la sala, en reconocimiento al sacrifi­cio de las condenadas, les ofrecieron ramos de flores.

Los agentes de la Seguridad salían atolondrados de la sala, pareciera que intuían claramente que el crimen no se había perpetrado al transcribir "Crónica ICL", sino allí, en la sala del tribunal. Los parientes y conocidos de las enjuiciadas se dispersaban con lágrimas de alegría: un juicio así — era el triunfo de la Iglesia y un paso de la tiranía hacia el abismo.

Carta abierta al juez Repsa

Juez, los días 24 y 25 de noviembre del cte. año Vos habéis juzgado a mi hermana Genovaite Navickaite y a Ona Vitkauskaite. Yo, en calidad de hermano de la procesada, tuve permiso para acceder a la sala, empero a los demás les resultó imposible la entrada, excepto a los agentes de la Seguridad, por cuanto ante la puerta montaban guardia dos agentes de la Seguridad que no dejaban penetrar a nadie. Vos habéis acusado a mi hermana y a Ona Vitkauskaite en base al art. 199, inc. 1 d del Código Penal, que estipula: "La propagación de infundios mentirosos notorios, que menoscaben el orden soviético, guber­namental y comunitario". Vos no debíais haber aplicado este artículo, dado que su único delito residía en haber reproducido "Crónica ICL", en la que se publican hechos fidedignos, no infundios mentirosos. Si Os hubiera interesado la verdad y la justicia, Vos hubieras visto aquello que ven todos los creyentes de Lituania, y hubieras declarado inocente a mi herma­na y a Ona Vitkauskaite, sentenciando que, además, se les retribuyera por el daño moral y material causado. Según las leyes soviéticas toda persona posee la libertad de palabra, es decir, la posibilidad de expresar todo aquello que piensa; tiene el derecho de criticar los males que percibe, — las procesadas han procedido así. Ellas, multiplicando "Crónica ICL", estaban completamente convencidas de criticar justificadamente las deficiencias de la vida soviética. Si ellas se hubieran equivocado, si los hechos relatados en "Crónica ICL" no hubieran corespondi-do a la verdad, entonces el tribunal estaba obligado a examinar minuciosamente los hechos relatados, citar a gran cantidad de testigos que hubieran aseverado que tales hechos eran fraguados. El tribunal debió haber ofrecido a mi hermana y a Ona Vitkauskaite las posibilidades de su defensa, — citar los testigos necesarios, abogados serios, ¿pero qué habéis hecho Vos, juez? En el mismo momento del proceso ofrecisteis los abogados. Las procesadas actuaron inteligentemente al rechazarlos, pues ellos hubieran sido solamente meros artistas en una parodia de juicio dirigida deficientemente. Los abogados debían haber tomado conocimiento previo de las acusaciones promovidas, debían haberse entrevistado con la gente mortificada a que alude "Crónica ICL" en sus noticias, a fin de que ellos pudieran testimoniar la verdad ante el tribunal. Desgraciadamente, esta es solo una irreal ilusión. Si un abogado serio hubiera deseado defender seriamente a las procesadas, muy rápidamente hubiera sido descalificado. Y todo ello sucedería a causa de que los delitos publicados en "Crónica ICL" contra los creyentes de Lituania, son bendecidos por el Partido Comunista y la Seguridad de Estado. El desenmascaramiento de tales delitos es considerado delito de Estado. Por consiguiente, la culpa de mi hermana Genovaite Navickaite y Ona Vitkauskaite reside en que osaron decir que "el rey está desnudo".

Juez, Vos tal vez os justificaréis en lo profundo de vuestro corazón que no has sido Vos el que ha escenificado este proceso-espectáculo, de que Vos sois impotente para cambiar algo. Si así fuera, entonces aprended de esas dos niñas — por la verdad y la justicia con tranquilidad de corazón escucharon vuestra injusta sentencia y, siendo absolutamente inocentes, habrán de convivir en el lager con las mayores criminales.

Mientras se desarrollaban las sesiones de ese tribunal, llevaron a través de la sala a dos verdaderos delincuentes — asesinos, depravados. Ambos habían crecido sin religión, y nosotros no queremos ser como ellos. "Crónica ICL" es el llamado de auxilio de los creyentes lituanos, para lograr vivir según sus convicciones, para poder poseer firmes fundamentos morales. Vos, juez, al condenar a dos inocentes niñas, que se atrevieron a defender el derecho de los creyentes, os habéis sumado a la destrucción moral de nuestra nación y a la promoción de tales terribles delincuentes como los dos anteriormente menciona­dos. Si Vos no teméis el juicio de Dios, por lo menos tened en cuenta el futuro juicio de la Nación y la Historia.

1 de diciembre de 1980.

Cura párroco de Uzuoguostis P. Zenonas Navickas

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El Comité Católico DDC, el 1 de diciembre de 1980 emitió un documento No. 41, dirigido al Comité Central del PCUS, en el que expresa:

"Los días 24 y 25 de noviembre de 1980 el Tribunal Supremo de Vilnius estuvo considerando el juicio de Ona Vitkauskaite y Genovaite Navickaite, mientras que los días 24 al 26 de noviembre en Kaišiadorys la sesión ambulante del TS de la RSSL estuvo conside­rando el proceso de Povilas Buzas y Anastazas Janulis. Los cuatro fueron acusados de calumniar el orden soviético, puesto que multiplicaron y difundieron "Crónica ICL". Ona Vitkauskaite fué condenada a 1,5 años de lager de régimen común, Genovaite Navickai­te — a 2 años de lager de régimen común, Povilas Buzas — a 1,5 años de lager de régimen severo y Anastazas Janulis — a 3,5 años de lager de régimen severo.

En esta oportunidad nosotros denunciamos que han sido infringidas las normas de la justicia soviéti­ca.

El art. 16 del Código de Procedimientos Penales de la RSSL exige, "que los procesos en todos los tribunales sean considerados públicamente . . . Las sentencias de los tribunales en todos los casos se proclaman públicamente" (CPP de la RSSL, V., 1971). Por el contrario, sobre la iniciación de los procesos no se comunicó a nadie, hasta ni a los parientes más cercanos de los enjuiciados. Aunque ambos juicios eran considerados públicos, empero en la sala del tribunal no se permitió la entrada a nadie más, aparte de los familiares más cercanos, excepto a los agentes de Seguridad y gente por ellos seleccionada. Las sentencias del tribunal también fueron anunciadas a puertas cerradas, guardadas por agentes de la Seguridad. Debemos destacar que al mismo tiempo en otra sala contigua del TS era enjuiciado un asesino, empero los agentes de la Seguridad no montaban guardia frente a esa puerta, pudiendo cualquiera penetrar libremente en ella.

El 25 de noviembre, en el vestíbulo del Tribunal Supremo, sin la menor explicación unos milicianos se apoderaron rudamente de Jonas Vailionis, que con­versaba tranquilamente con el P. Antanas Grazulis, y, retorciéndole los brazos, lo llevaron afuera. ¿Qué necesidad tuvo de proceder brutalmente la milicia contra un hombre absolutamente inocente? La Declaración Universal de los Derechos Humanos proclama: "Nadie puede ser arrebatado, detenido o deportado arbitrariamente" (art. 9).

El TS de la RSSL fué incapaz de demostrar que los enjuiciados habían calumniado el orden soviético. Para fundamentar esta acusación el tribunal no tuvo el menor testigo. Toda la culpabilidad trató de ser demostrada por las infundadas aseveraciones del Procurador y los jueces de que los hechos suministra­dos en "Crónica ICL" son de índole calumniosa.

El TS de la RSSL condenó a gente absolutamente inocente y demostró una vez más, que las autoridades soviéticas son impotentes para luchar contra la Iglesia Católica con medios ideológicos y que, de tiempo en tiempo, apela a medidas administrativas y judiciales.

Los creyentes de Lituania esperan que se respeten las leyes soviéticas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y las obligaciones internacionales firmadas por la Unión Soviética.

Los miembros del Comité Católico para la Defensa de los Derechos de los Creyentes, sacerdotes: Leonas Kalinauskas, Jonas Kauneckas, Algimantas Keina, Vaclovas Stakenas, Alfonsas Svarinskas, Sigitas Tamkevicius, Vincas Velavicius."

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