Escribe Gintautas Iešmantas:

Llanamiento dirigido a los jefes de los Partidos Comunistas de Europa.

Los días 15 al 22 de diciembre de 1980, junto con el lituanistą P. Pečeliūnas y el docente V. Skuodis, estuve siendo juzgado en Vilnius por la causa de propagar el socialismo con faz humana, por escribir poemas y versos exaltando el bien, la libertad, la verdad y la amistad (realizaciones no publicadas) y anhelando, en base a la Constitución, que Lituania se separara de la URSS, y fuera un Estado socialista libre e independiente.

Me dirijo a todos los hombres de buena voluntad, especialmente a todos los jefes de los Partidos Comunistas de Europa para que se esfuercen en todo a fin de que se nos confiera la libertad, solicitando, también, al Procurador General de la URSS la revisión del juicio fabricado a nuestro grupo, con la participación de abogados de los países europeos.

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A la juventud de Lituania.

Agradezco por el apoyo civil y material, que he experimentado durante el enjuiciamiento. Nos com­place especialmente el valor y la decisión en la lucha por la libertad y la verdad. ¡Vosotros sois nuestra esperanza y nuestro porvenir! Un solo anhelo: la difusión del movimiento por la libertad e indepen­dencia de Lituania.

Gintautas Iešmantas.

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Noticias del lager de Perm.

A 6 kms. de la estación Vsesviatskaia se extienden los lager de régimen severo. En uno de ellos están encarcelados Povilas Pečeliūnas y Gintautas Iešman­tas, condenados en Vilnius el 22 de diciembre de 1980. G. Iešmantas trabaja con los telares, mientras P. Pečeliūnas lo hace en la cocina. Pečeliūnas trabaja durante 12 horas al día, sin feriados. Conociendo su delicado estado de salud, tanto trabajo agota total­mente su fuerzas. El terror moral es aún más espantoso: incesantes inspecciones en las barracas, se ha eliminado toda posibilidad de creación (obra creativa), se impide la lectura de literatura que no corresponda al espíritu de los opresores.

En ese mismo lager le fué quitada la Biblia al leningradense V. Poresh. En protesta contra tal comportamiento, este último realizó una huelga de hambre, manteniéndola por 77 días. Lo alimentaban en forma compulsiva: inyectables, pero no le devol­vieron la Biblia.

Los ejecutores de la voluntad de Hitler, deseando burlarse de sus víctimas, les ordenaban se cavaran su propia fosa. Los guardianes del lager de Perm, en cierta oportunidad ordenaron a los presos la repara­ción de su cerco de alambradas de púas, cosa que los presos se negaron hacer.

De la misma manera, el 18 de abril de 1981, Sábado Santo, 7 lituanos se negaron a realizar el trabajo de ayuda sabatina.

La administración del lager se despreocupa total­mente de la salud de los presos. El médico local no cumple la menor atención médica, ya sea por falta de calificación o ya concientemente.

Hasta el presente a P. Pečeliūnas no le fueron arreglados los dientes, mientras que a G. Iešmantas le aplicaron un medicamento en los ojos que le provocó una infección, y sólo luego de prolongados debates se hizo venir del centro del raion un médico, que le recetó a Iešmantas el remedio correcto.

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Carta de P. Pečeliūnas de mayo de 1981: — Son muchos los que me desean perseverancia. Repito una vez más: tengo la suficiente. La decisión de todo está en el mundo interior y en esa Luz, que resplandece patentemente en la Festividad de la Resurrección. Además, subsisten vivas las palabras de las Sagradas Escrituras que yo mismo pronunciara: "La verdad os hará libres". Las pronuncié pública­mente, y te las repito a Tí. ¡Me hallo libre en la verdad! Y aquí reside la fuente de la perseverancia. Esos valores, por los cuales algunos tanto se desespe­ran, son naderías. Los verdaderos valores marchan junto con el hombre. Junto conmigo marchó también la verdadera Luz, y también llevé la Patria en mi corazón. Todo permanece vivo y cercano . . . Cuánto desearía que en los corazones de mis prójimos hubiera tantísima Paz, como la que llena mi propio corazón. Si alguien observara todo por medio de mis ojos, vería al mundo alumbrado con esa luz bajo la cual los verdaderos valores resplandecen con su real naturaleza.

Yo veo el sentido en todo. ¡Y eso es lo más importante!

8 . . . La luz vence a la oscuridad. Es allí donde reside el fluyente manantial de mi fe. ¡No importa lo que fueran, se debe amar a los hombres! Todavía nadie ha logrado mejorar al mundo con la venganza y el odio. Mientras que el amor ya ha ofrecido sus frutos. ¡Y al amor le corresponde el porvenir!

. . . ¡Adiós! ¡Que El Te bendiga en todos tus pasos y te libre de todo peligro!

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Escribe Julius Sasnauskas:

—        Hete aquí los primeros días de la primavera. Aunque el sol todavía no acierta a llegar a nuestra pequeña celda, ni al aljibe del paseo, empero resulta sumamente placentero que los días se alarguen, y ese remiendo de sol entre las rejas es tan diáfano, tan diáfano, que su contemplación provoca dolor de ojos . . . Desgraciadamente, nos habremos de ver recién en abril, pues así lo dijeron las autoridades . . .

... El envío de cartas se convirtió en verdadero problema: la frase más insignificante les parece sospechosa, con un "pro texto" se me obliga a transcribirla nuevamente ... La carta dirigida a Zita hace casi un mes que deambula para adelante y para atrás, sin que logre vencer todas las barreras.

... Mi vecino de celda me asusta con los fantasmas de Siberia, me pronostica que allí me disiparán de la cabeza todas las "boberías" . . .

Por Pascuas de 1981, J. Sasnauskas escribe a los suyos:

—        ¡Aleliuia! ¡Os saludo a todos en esta sorpren­dente mañana de la Resurrección! Aunque yo no puedo, como Simón, quitaros de vuestras espaldas esa cruz, paro de todo corazón anhelo que os resulte liviana . . .

Pasarán los años, regresaré a casa, volverán esas hermosas Festividades, pero sin embargo en algún sitio profundo quedará el recuerdo de esos días, esa cómica tristeza de las Festividades carcelarias . . .

Me trasladarán a la gobernación de Tomsk. Dios mediante, no pereceré, no me dejaré engullir por la Siberia. Pero vosotros no sigáis acongojándoos.

Julius Sasnauskas escribe en su carta del 6 de mayo:

—        Ya llegó mayo, mi último mes en el sótano. Aunque uno traspone dificultosamente los últimos días en este lugar, especialmente ya en el verano, sin embargo se torna placentero pues se aproxima el fin . . . El fin, que había parecido tan increíble al echar la mirada por primera vez sobre esas paredes de cemento y la red sobre la cabeza. Aún se encuentra lejos la libertad, pero uno lleva su imagen de lugar en lugar, y no solamente como un recuerdo hiriente, sino en primer término como una señal de fe, de esperan­za .. .

Hace tiempo me preparaba para escribirles, todavía antes del Día de la Madre.

Saludos a Mama y a Abuela . . . Resulta difícil hallar palabras convenientes para esta fecha. Aquí junto al lecho tengo una pequeña Madona de Leonardo sobre un sello de correos, — y pareciera que en este tenebroso local irrumpiera la vida, el amor, la eterna primavera.

En una carta del 11 de mayo dice Julius Sasnaus­kas:

El presente mes se denomina con el nombre de María, esa María que tan próxima nos resulta con su corazón traspasado por la espada del dolor, o de pie bajo la cruz de su Hijo. Pero no es solamente tristeza — nosotros sabemos que allí nada ha transcurrido en vano . . .

Mencionaron, además, que me harían deambular entre las cárceles sólo hasta el día 11 de junio, luego modificarían las condiciones (a partir del 11 de junio comienza el destierro. Obs. de la Red.). De algún modo sobrellevaré ese par de semanas. Saludos para todos. ¡Adiós!

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La dirección de Julius Sasnauskas en el exilio: Tomskaia obl., s. Parabelskoie, Sovetskaia 147a Julius Sasnauskas vive en una casa de pensión y trabaja como técnico de sanidad.

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Genute Navickaite en su carta del 17 de abril, escribe:

— En los primeros párrafos de la presente carta os saludo con la hermosa primavera y la proximidad de las Santas Pascuas ... El 19 de abril será entre nosotros el día de ayuda común y deberemos trabajar como cualquier día. Sólo que nadie nos dará paga por ello. Como pasaremos esta preciada Festividad, os escribiré más tarde.

Mi salario resulta unos 50 rublos mensuales. De ello se descuenta por la comida. Restan aproximada­mente unos 35 rublos. De esa suma es posible adquirir alimentos por valor de 9 rublos, si es que has cumplido la norma. El dinero restante queda para el futuro, es decir, me lo devolverán cuando salga en libertad. Y a partir del día de hoy me falta justo un año de permanencia aquí . . .

Todo instante más penoso lo ofrezco por Vosotros y por todos aquellos que viven en la verdad . . .

Aquí nosotras no resultamos muy queridas, pues somos algo distintas: no denostamos, no peleamos con nadie. Por lo que pude entender, para algunos de aquí las creyentes les resultan mucho más terribles que cualquier clase de criminales . . .

Una cosa está en claro, Dios es la Verdad y por El es posible entregar no solamente estos pocos años, sino también la vida entera . . .

Estoy agradecida por las oraciones y las preocupa­ciones. ¡Adiós!

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Onute Vitkauskaite escribe en su carta del 3 de mayo:

— Hoy es el primer domingo de mayo — el Día de la Madre (en el hemisferio septentrional. El T.). Cabe mucho sobre qué meditar, recordar, pero que todo ello se encomiende bajo el amparo de nuestra queridísima Madre María. Ella enseñó a nuestras madrecitas el amor, el sacrificio, la bondad. Que estos nuestros desprecios y agravios sean como una oración de agradecimiento por todo ello, pero al mismo tiempo desearía que fuera un ruego por todas aquellas denominadas madres que, sin el menor resquemor de conciencia destruyen no solamente el cuerpo, sino también el alma de su hijito. Ellas, despreciando a la Madre del Amor, han perdido el

Manantial del cual pueden recoger amor, suavidad, fortaleza en el camino del sacrificio maternal . . . Encontrándome en el lager he llegado a comprender perfectamente que terrible es el destino del hombre sin Dios, sin el Amor eterno.

Os pido que trasmitáis el más sincero agradeci­miento y saludos, a todo quien reza por nosotros. ¡Adiós!

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En su carta del 17 de mayo, escribe Onute Vitkauskaite:

— No hay ninguna novedad en nuestro pequeño universo, a no ser que desde la libertad mi amiga Genute recibió un triste telegrama, anunciando la muerte de su hermanita. Claro está, resultó una enorme sorpresa, una dolorosa noticia. Genute, teniendo un poderoso espíritu, recibió este dolor con tranquilidad, aunque siempre mantuvo la esperanza de poder despedirse de la finadita, dispensando para ello muchos esfuerzos, pero desgraciadamente . . . (El hermano de Genute en la libertad, R. P. Z. Navickas y otros allegados hicieron todo lo posible para que, según la ley, le permitieran salir del lager para asistir al sepelio de su hermana, pero el procurador lo denegó, impidiéndole la salida. Ob. de la Red.). Me resultaba doloroso contemplar su silenciosa congoja. Este su dolor halló eco en el inmenso Amor Di­vino . . .

Es muy penoso que no me hayan llegado los saludos 10, 11, 12 y 13 de Pascuas, mientras el 14-o habrá quedado retenido quién sabe donde. Nos cuidan para, que a Cristo no lo veamos ni en tarjetas. Así, también, el Sepulcro de Cristo estaba custodiado por guardianes armados, a fin de que no resucitara, y sin embargo . . . actualmente festejamos las Pascuas.

Una vez más, gracias por las oraciones, por todo, por todo. Dentro de lo posible estaré con vosotros en la oración. Por consiguiente, ¡alegres y felices Santas Pascuas!

Vladas Lapienis escribe en su carta de Pascuas de 1981:

—         Realmente ama aquel que por amor puede entregarlo todo: la alegría, la libertad, la salud y hasta la vida, sin pretender ni honores, ni beneficios personales. De este modo Cristo amó a los hombres.

Tomás de Kempis dice que, ni tan solo una hora de la vida terrenal de Jesús transcurrió sin sufrimien­to. Y nosotros, ¿acaso no buscamos otro camino, pero no el del sufrimiento? ¿No queremos desviarnos a otro camino, dejando aquel por el que transitaba nuestro Salvador?

Si a veces no nos tocara engalanarnos con las rosas de la sangre, entonces, según el apóstol Santiago, consideremos de real alegría que nos encontremos sometidos a innumerables pruebas. Comprendamos que la prueba de nuestra fe hace nacer la perseveran­cia, mientras la perseverancia madura en las obras, a fin de que nos tornemos perfectos e íntegros (Sant. 1, 2-4).

Se dice que se debe sobrellevar con paciencia todas las penurias, pues a cambio nos espera una incon­mensurable alegría en el cielo. Pero aún en esta tierra esas penurias se tornan leves para el cristiano que ama sinceramente a Jesús y lleva la cruz junto con El. Es que solamente nosotros llegamos a sentir que felicidad es llevar junto con Jesús nuestra propia cruz, el mundo lo ignora. ¡Nos hallamos en el monte Calvario, pero ya estamos celebrando la victoria en el Cielo!

(El exilio en Siberia de V. Lapienis finaliza el 20 de julio de 1981. La Red.).

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Escribe P. Lukoševičius (fragmentos):

—         Nuevamente me sorprendió la cruel y alevosa mano de la Seguridad. El 22 de enero de 1981, muy temprano por la mañana, me capturaron en mi domicilio (Tulpių 21-62) para transportarme al Hospi­tal Republicano Psiconeurológico de Naujoji Vilnia. En esta oportunidad no conjeturo el por qué ni por cuanto tiempo. Uno no puede enterarse de nada, pues todo se comete secretamente. El hospital psiquiátrico sirve sumisamente a los intereses de los de la Seguridad . . . Procede a la "cura" de acuerdo a las indicaciones de la Seguridad ... lo mantienen a uno el tiempo que ordena la KGB. No existe ley, en la que uno pueda basarse, para conseguir la verdad. Cierto, existe la Constitución, pero ella . . . sólo sirve para promover la propaganda en el exterior y confundir a su gente.

Espero la primavera; al templarse la atmósfera se hace más llevadero. Permiten salir a pasear al aire libre, se amplía el espacio. Cierto que ahora también nos permiten salir, pero no se puede permanecer mucho tiempo afuera por la escasez de ropa.

Deseo a todos excelente salud y abundantes gracias de Dios.

12 de marzo de 1981.

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