DIÓCESIS DE TELŠIAI

(La lucha por un monumento en el cementerio de una desterrada a Siberia):

Palanga. En los años de postguerra, los habitantes de Palanga, Astrauskas, fueron desterrados a Siberia y sufrieron allí durante 11 años. Vueltos a Lituania, hallaron su hogar natal destruido y muertos sus padres, a quienes a fines de 1971 erigieron un monumento. Al lado de la tumba de los padres, los Astrauskas reservaron dos lugares para sí mismos, y en el monumento inscribieron las fechas de sus nacimientos. El caro monumento lo realizó un hábil artista. No gustó del monumento solamente el gobierno de la ciudad de Palanga, a quienes el aspecto de monumento les recordaba sus trabajos: la artística estatua de bronce de Cristo, derribada con un tractor y entregada como metal viejo, dos estatuas de María destruidas en el monte Birute, etc. En el monumento de los Astrauskas estaban representadas cruces derribadas y rotas, y una joven lituana, con las manos juntas, rezando—¡Defiéndenos, Señor!

Se le comunicó por escrito a Sofía Astrauskiene que, por disposición del Comité Ejecutivo de Palanga del 13-IV-1972, el combinado de empresas comunales estaba facultado para destruir el monumento. La mujer se dirigió al Comité Ejecutivo de Palanga,a la milicia, pero allí le dijeron que el monumento estaba mal proyectado, del monumento hay que borrar las palabras "Defiéndenos, Señor" y eliminar las inscrip­ciones de ella y de su marido. Astrauskiene no consintió:

—       Sin la palabra Dios, el monumento solo puede servir junto a la taberna, pero no en el cementerio. Yo soy católica. Vivo y moriré con el nombre del Señor. Vosotros sois ateos, no creéis en Dios, ¿enton­ces por qué teméis su nombre?

—       Esa inscripción es antisoviética, — le reprocha­ron los funcionarios. — Solo falta agregar: "¡Defiénde­nos, Señor, de los comunistas!" ¡Cambia la inscrip­ción, o destruiremos el monumento!

Astrauskiene escribió una denuncia al Soviet de Ministros de la RSSL, que lo transfirió al ministerio de Servicios Comunales, pero este quedó mudo. Ante la reiteración de la denuncia el Soviet de Ministros de la RSSL respondió negativamente. Entonces Astraus­kiene se dirigió al Soviet de Ministros de la URSS, pero de allí recibió una certificación postal, de que se había recibido la denuncia.

El 11 de octubre Astrauskiene supo que los funcionarios del gobierno habían concurrido al cementerio para destruir su monumento. Llegada al cementerio, encontró a los funcionarios del Comité Ejecutivo de Palanga y a muchos milicianos y de la seguridad. Fueron llevados obreros de las obras vecinas, a quienes se les ordenó demoler el monu­mentó. La mayoría de los jóvenes obreros se opusie­ron:

—       Nosotros no haremos este trabajo—¡demue'lanlo ustedes mismos!

—       Si no los demoléis, los echaremos del trabajo, — los asustaba un funcionario.

—       Hallaremos un trabajo mejor, — retrucaron los obreros y se dispersaron.

Astrauskiene se decidió a la defensa del monu­mento. Se paró frente al monumento y manifestó: "Mientras esté viva no lo demoleréis. Mátenme primero."

— Estás arrestada. ¡Retírate del monumento! Cuatro agentes de la seguridad la retiraron por la

fuerza del monumento, la introdujeron en una máquina de la milicia, golpeándole fuertemente la cabeza, y la trasportaron a su sede, donde Astraus­kiene se desmayó. Solamente ante la manifestación del médico, de que el estado de salud de Astrauskiene era malo, la milicia le permitió regresar a su casa.

El monumento fué derribado y llevado por un tractor.