Adutiškis

(Exposición por diversas obstaculizaciones):

Al Delegado del Soviet de Asuntos Religiosos ante el Consejo de Ministros de la URSS, Tarasov

A S. E. el Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Kaunas Obispo J. Labukas A la Curia de la Arquidiócesis de Vilnius, el delegado del Soviet de Asuntos Religiosos K. Tumėnas, la presidenta del Comité Ejecutivo del raion de Švenčionis Purvaneckaite

Exposición

del P. B. Laurinavičius

que habita en la RSSL, raion Švenčionis,

Adutiškis

El 16 de julio de 1973 el presidente de la región de Adutiškis A. Laurinavičius me exigió las llaves de la iglesia. Preguntado por que motivo, respondió: "Llegó un gran visitante de Moscú — Tarasov. El desea inspeccionar la iglesia."

(Habría más concurrentes a la iglesia si no los sancionaran):

En el atrio me encontré con Vos, Delegado del Soviet de Asuntos Religiosos de la RSS de Lituania K. Tumėnas, la presidente del Comité Ejecutivo del raion de Švenčionis Purvaneckaite, cierto hombre desconocido y el presidente de la región de Adutiškis A. Laurinavičius. Vos me interrogasteis.

1. A la pregunta "¿Cuantos concurren a la iglesia?", respondí que no lo sabía, dado que no los contábamos. Para poder responderos la pregunta, el 22 de julio de 1973 contamos 722 personas. Pero no se pueden sacar conclusiones de ello: muchos no pueden asistir a la iglesia pues están lejos, les falta transporte y tienen muchos obstáculos. He aquí que uno de los feligreses — Feliksas Kairys, llevándome desde un enfermo el 14.IV.1973, directamente con lágrimas en los ojos me contaba: "Tras bastante trabajar, me compré un traje, ¿y qué con eso? Ya son dos años que me preparo para vestirlo y concurrir a la iglesia.

 Desgraciadamente no puedo, porque me persigue el temor — Galvydis, director de la granja estatal de Jakeliai me amenazó en la primavera: "Si faltas el domingo al trabajo, no obtendrás un caballo ni para los trabajos de arado, ni para traerte leña, ni heno para la vaca, ni el combinado para la trilla de la cebada."

Povilas Burokas, que vive en la granja soviética de Jakeliai, no tuvo ni heno para su vaca, ni premio alguno, por la sola razón de que concurría a la iglesia los domingos.

Las familias de Burokas, Steponenas y Trečiokas no consiguieron adquirir de la granja colectiva trigo a precio rebajado, solamente porque concurrían a la iglesia.

Los concurrentes a la iglesia eran anotados en la pizarra de la vergüenza.

2. A la pregunta "¿Cuantos creyentes hay en la parroquia?", respondí que no sabía. Hace ya varios años que se nos ha prohibido visitar a los feligreses — recolectar calendas, pues para lograr una nómina exacta de los feligreses solamente es posible visitando las familias. Lo único que puedo decir es que, antes de la guerra, en la parroquia se contaban más de nueve mil.

(No se permite la adquisición de tablas para el piso de la iglesia):

3. Preguntasteis "¿Para qué serán utilizadas las tablas?". Es menester cambiar el piso de la iglesia. Vos dijisteis que el piso todavía estaba bueno. Yo os demostré que el hongo lo había carcomido. La parroquia no hace gastos sin motivo, dado que carece de dinero.

(No se permite la refacción de la casa parroquial):

Entonces Vos me acentuasteis que la iglesia era un edificio estatal, en el cual sin permiso no se podía clavar ni un clavo.

Al ser nacionalizada la iglesia, también fué nacionalizada la casa habitación junto a la iglesia. La casa fué edificada por los abuelos de los feligreses, — es cara para todos. Los creyentes se conmueven, a causa de que quedó abandonada, sin protección. Por consiguiente, el comité parroquial se dirigió a los actuales dueños de la casa — el comité ejecutivo de la región de Adutiškis. Yo también me dirigí, en calidad de inquilino, el 31.V.1968, el 24.11.1969, el 28.1.1970, el 24.V. 1972, dado que, cuando llovía, goteaba el agua en la habitación, la chimenea se encuentra medio rota. Sin tener en cuenta que se paga por mes de alquiler 56 rublos y 45 kopeks, hasta el presente sigue agujereado el techo de la casa. Al igual que al comité parroquial, también a mí se nos ha respondido de palabra: "No existe una organización que pueda realizar las refacciones. "Qué raro, existe una organización para recibir el dinero, y para refaccio­nar — ¡no existe!

El cerco del atrio, especialmente desde la calle, durante varios años estuvo medio derruido. Podría haberles acaecido grandes desgracias a los peatones y los viajeros. Funcionarios responsables del raion no lo notaron.

   El comité parroquial se dirigió al raion, para que permitieran la compra de cemento. Se les contestó a los solicitantes: "No nos alcanza el cemento para cuestiones más importantes.". A veces se anuncia en el periódico del raion que los materiales de construc­ción son vendidos libremente, y cuando se procura comprarlos, responden: "No se vende para la iglesia". Así respondió en enero del presente año el encargado de la base de materiales de construcción del raion de Švenčionis.

Los creyentes, comprendiendo que la iglesia ha sido nacionalizada solamente para que se la aniquile y se la destruya más pronto (de esta manera se aniquilaron la mayoría de las iglesias en Bielorrusia), compran por su propia cuenta los materiales de construcción, colaboran, refaccionan.

Haciendo caso omiso de que la iglesia ha sido comunizada, los feligreses aún ahora se sienten sus dueños, puesto que sus padres edificaron por sí mismos la iglesia, sin obtener ninguna ayuda de otro lado.

(Se prohibe invitar a sacerdotes para colaborar en los retiros espirituales):

4. Vos, habiendo sabido que el 15 de julio de este año en la iglesia de Adutiškis hubo indulgencias, me hicisteis la observación: "No respetas las leyes soviéticas. Sin permiso del raion invitaste a sacer­dotes para las indulgencias."

No solicité el permiso, puesto que me basaba en el convenio que el comité parroquial había firmado con el comité ejecutivo del raion de Švenčionis. En el artículo segundo del mencionado convenio se esta­blece claramente: "Asimismo confiriendo la facultad de uso para todas los demás personas de esa fe, exclusivamente para los asuntos del culto religioso y no permitir realizar funciones religiosos a aquellos empleados del culto, que no se encuentren registra­dos por el delegado del soviet de asuntos religiosos de culto para la República SS de Lituania." Por consi­guiente, invité a los sacerdotes legalmente.

Entonces Vos preguntasteis al delegado de la RSS de Lituania y a la presidenta del Comité Ejecutivo del raion: "¿Puede ser así en el convenio?" Ellos respondieron, al igual que Vos, que no era posible. Cuan triste es, que tanto Vos como vuestros acom­pañantes, a quienes se les ha confiado ordenar la Iglesia, no sabéis que es lo que se nos permite. Os aconsejé hacer venir el secretario del comité parro­quial. Hubiéramos podido aclarar en el acto y convencernos de quien era la verdad, pero Vos me contestasteis en voz muy bajita: "Si así fuera, anularé el convenio". Lástima que todo se haga con parciali­dad. Lo que según el convenio se permite, ahora ya se prohibe.

Deseando comprobar que ni Vos ni vuestros acompañantes estabais en lo justo, sino yo, adjunto a esta exposición copia del convenio anteriormente mencionado.

 (El gobierno obstaculiza la existencia de la Iglesia):

En la Unión Soviética la Iglesia está separada del Estado, pero, tal vez, no exista otra nación en el mundo que se entrometa tanto en la vida de la iglesia.

Es comprensible que los gobiernos dirijan como quieran, pero la mayor desgracia reside en que no se promulga ninguna ley por escrito, sino que se confiere un poder ilimitado a los subrogantes de los presidentes de los comités ejecutivos, y a veces, hasta a los presidentes de las aldeas regionales, quienes explican todo como más les gusta. Ellos gobiernan y enseñan a los sacerdotes hasta como realizar las funciones del culto.

Es conocimiento general, que en la Unión Soviéti­ca curan a los enfermos, enseñan a los médicos y, en una palabra, preparan especialistas solo los especiali­zados. Pero el gobierno soviético confió la enseñanza de los sacerdotes a personas incompetentes, a los ateistas predispuestos fanáticamente. Los ateistas enseñan a los sacerdotes como estos deben cumplir sus funciones religiosas.

Cuando trabajaba en Švenčionėliai, me enseñaba el presidente del comité ejecutivo de Švenčionėliai V. Bukielskis: "Si quieres acompañar un muerto al cementerio, despójate de tu vestimenta sacerdotal y ponte a espaldas del pueblo. Solamente puedes ir al final. "Cuando le pregunté en que se basaban para así ordenarlo, me contestó orgullosamente: "Es un decreto del gobierno."

¿Qué es lo que podrían pensar y decir los creyentes, si yo, luego de acompañar el muerto al cementerio, me limitaría a rezar el final de la oración "Amžina atilsi" (Descanso eterno), tal como me enseñara el 2 de octubre de 1972 la presidenta del comité ejecutivo del raion de Švenčionis?

Yo no puedo realizar las ceremonias de otra manera, sino de acuerdo al "Ceremonial católico romano para las diócesis de Lituania", que ha sido redactado por la Comisión Litúrgica de los obispos de Lituania, censurado por los órganos soviéticos y aprobado por la Santa Congregación de Ceremonial.

 (No es la Curia, sino la Comisión de Ceremonial es la que asigna las indicaciones a los sacerdotes):

En la Lituania Soviética todavía existe la jerarquía eclesiástica, las curias diocesanas, hasta la comisión de ceremonial, pero no son las curias, ni la comisión de ceremonial las que asignan las indicaciones, sino que lo hacen órganos totalmente incompetentes, — a las curias se les ha dejado solamente el derecho a las entrevistas.

Si el sacerdote no agrada al gobierno, se torna en víctima. Yo he sufrido moral y materialmente. He aquí los hechos: me eliminaron de las funciones de cura párroco de la parroquia de Švenčionėliai con el siguiente chantage: "Si no te vas de Švenčionėliai, no podrás seguir cumpliendo las funciones sacerdotales." Así me dijo el delegado de Asuntos Religiosos Rugie­nis.

La casa, que yo había construido junto a la iglesia de Švenčionėliai, la confiscaron ilegalmente.

(En algunos raiones no permiten la entrada de sacerdotes de otros raiones):

El 16 de julio expliqué que, anteriormente, solicitábamos el permiso para la llegada de otros sacerdotes a las indulgencias. Con el tiempo dejamos de hacerlo, puesto que el individuo oficial del raion, a quien le fuera encomendado ordenar los asuntos de la Iglesia, comenzó a burlarse de nosotros. El subro­gante del presidente del comité ejecutivo del raion de Švenčionėliai, Telycenas, concedió el permiso para realizar retiros espirituales el mismo día en todas las parroquias del raion. Era clara su finalidad — obstaculizar los retiros espirituales. Nadie condenó tamaña burla del funcionario del comité ejecutivo del raion. Vos, pretendiendo justificar, respondisteis más astutamente: "Pudiste invitar sacerdotes de otros raions, de Vilnius, de Palanga, hasta de otras repúblicas". Vos os burlasteis igualmente. Los sacer­dotes de Vilnius tienen suficiente trabajo en Vilnius. Palanga está demasiado lejos (463 kilómetros), y, además, en Palanga trabajan solamente dos sacer­dotes. En algunos raiones, p. ej. de Ignalina, no permiten la entrada de sacerdotes de otros raiones.

Por consiguiente, sobre Palanga y otros raiones no hay ni que pensarlo, y, tanto más de las otras repúblicas. Los sacerdotes de las otras repúblicas no están registrados por el delegado del Soviet de Asuntos Religiosos de la RSSL, por lo cual, según el anteriormente mencionado convenio, ellos no pueden actuar en Lituania.

Nosotros, los sacerdotes, no deseamos nada más que el poder trabajar de acuerdo al artículo 124 de la Constitución de la Unión Soviética y el artículo 96 de la Constitución de Lituania, y también cumplir las ceremonias de acuerdo al ceremonial más arriba citado.

El 10 de julio de este año (1973) nos dijeron en el raion, que se permitiría la asistencia de dos-tres sacerdotes durante las indulgencias, pero ¿cómo hubieran podido el 13 de julio, dos-tres sacerdotes escuchar las confesiones de un millar y medio de creyentes?

Hubo casos en Lituania, en que después de las indulgencias fallecieron sacerdotes debido al excesivo cansancio, p. ej., el P. Razanskas — en Seduva, mientras el P. Garuckas enfermó gravemente. Por consiguiente invité tal cantidad de sacerdotes, como, en calidad de párroco, me facultan las disposiciones del Sínodo de la arquidiócesis de Vilnius, para que los creyentes pudieran cumplir más fácilmente sus confesiones, volver más pronto a sus hogares y, lo que es más importante, que en días laborables no permanecieran frente a los confesionarios por horas y horas, puesto que la mayoría hubiera asistido en días laborables. Invité tantos sacerdotes, para que el pueblo quedara satisfecho y no murmurara ni contra el gobierno, ni contra mí. Y por ello el raion no tuvo ninguna pérdida ni gasto. No solicité ninguna ayuda material para recibir a los sacerdotes.

 (Como en tiempos zaristas, ahora igualmente):

En los tiempos zaristas, para la asistencia de los sacerdotes en las indulgencias había necesidad de obtener permiso, — así lo escribe el obispo M. Valančius en su libro "Maskoliams katalikus perseki­ojant" (Cuando los moscovitas perseguían a los católicos), Kaunas, 1929, pág. 32, y A. Alekna en "Bažnyčios istorija" (Historia de la Iglesia), Tilsit, 1920, p. 213: ("En 1863 fué prohibida la construcción de nuevas iglesias, la refacción de las antiguas y la asistencia de sacerdotes en las indulgencias").

Solamente Lenin, al derogar todos los decretos emitidos por el zar, sin duda que derogó también aquel por el cual estaba prohibido invitar los sacerdotes a las indulgencias, mientras en los tiempos soviéticos no ha sido emitido un decreto igual o semejante.

Adutiškis, 31.VII.1973      P. B. Laurinavičius