ARQUIDIOCESIS DE VILNIUS

(Exposición de los creyentes de Mielagėnai porque no se destina sacerdote para la parroquia):

Al delegado del Soviet de Suntos Religiosos de la RSSL K. Tumėnas Al Administrador de la Arquidiócesis de Vilnius P. C. Krivaitis

Exposición

de los creyentes de la parroquia de Mielagėnai de la región de Ignalina

El cura párroco de nuestra parroquia P. Vincentas Miškinis tiene ya 80 años y además adolece de muchas enfermedades, por lo cual ya está incapacitado para servirnos. Hace un par de años, en Cuaresma, vinieron varios sacerdotes vecinos para servirnos (escuchar confesiones, decir sermones). Entonces la presidenta del Comité Ejecutivo de Ignalina, Gudu-kiene, citó al P. Miskinis y le reprochó a causa de que en Mielagenai colaboraban otros sacerdotes.

El verano pasado nuestro párroco había salido para curarse. En su ausencia casi en todos los domingos nadie celebró ningún oficio. Entonces nos dirigimos a la Curia de la Arquidiócesis, para que nos designaran otro sacerdote, vigoroso. Nos comprometi­mos a mantener a los dos sacerdotes, por cuanto a los sacerdotes ancianos y no laboriosos el Estado no les asigna ninguna pensión (aunque los sirvientes del culto deben abonar al Estado grandes impuestos a los réditos).

En el presente año nuestro párroco ya es el segundo mes que se encuentra gravemente enfermo y no se levanta de la cama. Mientras tanto, de las parroquias vecinas llegan sacerdotes los domingos para oficiar el oficio religioso y se apresuran a regresar. Es que, hay escasez de sacerdotes en todos lados. En la enorme parroquia de Adutiskis siempre había dos sacerdotes, y ahora hay uno solamente. En Kacergiskis, al ser clausurada la iglesia en 1961 durante el delegado Rugienis, no hay ni un solo sacerdote. Algunos sacerdotes, p. ej. el de Ignalina, deben servir hasta en dos iglesias. Claro está, que ellos no pueden servir también a nuestra parroquia, cumplimentar a nuestros enfermos, etc.

Pareciera que el administrador de la arquidiócesis P. C. Krivaitis no nos designa un nuevo sacerdote, solamente porque escasean.

Pero nosotros oímos que hay sacerdotes que podrían servir a los creyentes, pero a ellos el gobierno les impide cumplir sus funciones sacerdotales, p. ej. en el vivero vegetal de Vilnius hace ya varios años que trabaja el P. Vytautas Merkys.

Entonces, si a esa clase de sacerdotes se les permite trabajar en las reparticiones estatales, entonces ¿por qué no se les permite servirnos a nosotros, los creyentes? ¿Por qué somos condenados, si a nosotros la Constitución nos garantiza la libertad de conciencia?

No se sabe porque ha sido alejado nuestro obispo Steponavičius, no se sabe el porque en nuestra iglesia de Mielagėnai hace ya 35 años que nadie ninguna vez confirió el Sacramento de la Confirmación. Nos duele sumamente, porque en nuestra propia iglesia carece­mos de oficios religiosos regulares, de que nuestros enfermos mueren sin los postreros sacramentos, de que no tenemos ante quien encargar la Santa Misa en nuestra propia iglesia.

A nosotros, los creyentes, no nos resultaría tan pesado, si no supiéramos que existen sacerdotes y obispos, a quienes se les impide cumplir sus funcio­nes.

Vos habéis sido designado nuevo delegado para ocuparos de los asuntos nuestros de creyentes. Por lo tanto solicitamos poner en funciones a los obispos y sacerdotes relegados: solicitamos el permiso para que el Administrador pueda designar también en nuestra parroquia de Mielagėnai un sacerdote vigoroso, que sea capaz de servir a todos los creyentes tal como lo requiere el humanismo y la Constitución. Mielagėnai, 13 de octubre de 1973.

Al pie de este manifiesto firmaron unas 1.000 personas, — no solamente los católicos lituanos, sino también rusos no católicos. Empero el manifiesto no fué entregado al Delegado de Asuntos Religiosos K. Tumėnas, por las siguientes causas:

 
(Sumarios por los organizadores de este manifiesto):

1. El 19 de octubre de 1973, el jefe del Comité de Seguridad de Estado M. Kolesnicenko y el subrogante del presidente del Comité Ejecutivo del raion A.

Vaitonis, iniciaron en la parroquia de Mielagėnai una cacería del manifiesto con las firmas.

Llegados a la aldea de Miecioniai en lo de Elena Jakstaite la acuciaron durante toda una hora, preguntándole quien había organizado este manifies­to, y exigieron les entregara el manifiesto con las firmas. Ella no cumplió su exigencia. Entonces los "visitantes" la amenazaron con la cárcel, el allana­miento. La joven se asustó y entregó los manifestos.

Por lo visto los de la Seguridad sabían quien recolectaba las firmas, por cuanto de Miecioniai fueron directamente a la aldea de Buckunai en lo de Kostas Bajorūnas. Aquí nuevamente la indagatoria, las amenazas. Kostas, sumamente conmovido, les dijo que los manifiestos los había entregado a Marijona Milikeniene. Entonces los de la Seguridad se dirigier­on a la aldea de Malikai en lo de Milikenas. Marijona no se hallaba en casa. Todo el peso del terror cayó sobre los hombros de su esposo Stanislovas. El no quiso entregarse tan fácilmente, pero, por desgracia, los manifiestos no estaban escondidos, por lo cual los confiscaron.

 

Ese día fueron tomados los manifiestos con varios cientos de firmas solamente de las aldeas de Miecio­niai, Bernotai, Masonai, Buckunai y Salomianka, pues de otros lados no consiguieron obtener los manifiestos con las firmas.

Se produjo un enorme pánico. Algunos decían públicamente que ahora en Lituania el destino del hombre creyente era peor que alguna vez lo fuera el del siervo — los creyentes hasta no pueden solicitar la designación de un sacerdote en su parroquia.

Pero la gente no se amedrentó y siguió recolectan­do firmas.

Los de la Seguridad no se olvidaron de "acariciar" también a Juozas Bajorūnas, presidente del comité parroquial de la parroquia de Mielagėnai. Le repro­charon hiriente y groseramente, le advirtieron que no se debían escribir tales y similares manifiestos ni soliviantar a la gente. El 22 de octubre se le ordenó a J. Bajorūnas dirigirse a Ignalina para aclarar. Al raion no fué él, sino su esposa Ona Bajoruniene. El subrogante del presidente del raion, Vaitonis, aver­gonzándola la reprendía: „¿Por qué os dirigís a Vilnius? Escribidnos a nosotros. Vosotras, mujeres, sabéis donde dirigiros. Vuestros hijos están en Vilnius, por eso sois tan sagaces."

 
(La Seguridad quita los manifiestos):

 

2. Al ser quitados por la seguridad los manifiestos con las firmas, el 20 de octubre al párroco de la parroquia de Paringis Antanas Mačiulis, el decano Julius Baltušis le llevó una carta del P. C. Krivaitis, administrador de la arquidiócesis de Vilnius, en la cual se indica que el P. A. Mačiulis está obigado a servir a los creyentes de Mielagėnai hasta que sea designado un sacerdote para la parroquia de Mielagė­nai. La designación fué formulada sin la menor consideración de que, entre Paringis y Mielagėnai hay unos 12 kilómetros, y que el autobús de pasajeros circula apenas una sola vez al día.

 

(Se designa para Mielagėnai un sacerdote que habita demasiado lejos):

Los de la Seguridad y los ateistas obtuvieron su finalidad. Al ser designado por la Curia nada menos que un sacerdote viajero, a los creyentes se les hizo injustificable el envío del manifiesto, pues tanto la Curia, como el delegado K. Tumėnas, responderían que ya poseían sacerdote.

 

Mientras se recolectaban las firmas, el párroco de Mielagėnai P. V. Miškinis estaba internado en el hospital de Svencioniai. Su salud mejoraba, pero al conocer de como los de la Seguridad se comportaban con sus parroquianos, se conturbó sumamente y falleció el 27 de octubre de 1973.

 

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