DIÓCESIS DE VILKAVISKIS

Paluobiai

(Carta abierta del P. Pr. Raciunas): Carta abierta

Estimado profesor de la Universidad Nacional "V. Kapsukas" de Vilnius, A. Augas!

El 1 de marzo de 1974, en vuestro artículo del No. 31 de "Tiesa" (La Verdad) "Stai jie — sutanotieji liaudies draugai" (Hete aquí — los amigos ensotana-dos del pueblo) escribes que "a principios de 1945, el obispo Bucys, instigado por el Secretario de Estado del Vaticano cardenal Montini (actualmente papa

Paulo VI — observación propia), encargó al Padre P. Račiūnas que recogiera datos de espionaje sobre el ejército rojo. Los datos obtenidos, Račiūnas debía trasmitírselos al espía del Vaticano, radicado en Moscú, Laberd, este al Vaticano, y el Vaticano — al Servicio Secreto de los EEUU. Račiūnas, creyendo religiosamente que los americanos liberarían a Lituania, corrió a servirlos".

Pero en vuestro artículo no mencionáis, que yo fui encarcelado a 25 años, sin previo juicio. No indicáis los verdaderos motivos de mi represión. Helos aquí:

(El P. Račiūnas se dirige a la embajada de los EEUU en Moscú):

Ya en 1947 en Lituania fueron detenidos el obispo de Teisiai V. Borisevicius, su coadjutor obispo P. Ramanauskas y el obispo de Kaišiadorys T. Matulio­nis. Las diócesis de Lituania estaban amenazadas de quedar sin obispos. El obispo de Panevėžys, según el derecho canónico, no podía consagrar nuevos obispos sin autorización del Vaticano. Por esta causa, comisio­nado por las autoridades espirituales, viajé a Moscú a lo del capellán de la embajada de los EEUU., P. Laberge, para solicitarle la obtención de la autoriza­ción papal para consagrar nuevos obispos en Lituania. Llegado a Moscú, obtuve de la milicia local permiso por escrito para albergarme temporariamente en la vivienda del P. Laberge. La mencionada gestión fué el motivo fundamental de mi represión.

(Mantenido en prisión durante 16 años sin sentencia judicial):

Vos me acusáis de que corrí "a servirlos", a obtener y trasmitir datos sobre el ejército rojo. Pido que concretamente se demuestre cuando, donde y qué datos recogí y cuando, donde y a quien se los suministré o, por lo menos, intenté suministrar. Pareciera que Vos no habéis leído o no deseáis relatar verazmente las actas de mi indagatoria, ni la más fundamental, redactada el otoño de 1949, bajo la dirección del jefe de la Sección Investigaciones de la Seguridad de Vilnius, Teniente Coronel Cistiakovas. La cuestión del espionaje del ejército rojo no figura absolutamente ni en las actas de mi indagatoria de 1949, ni en la resolución de 1965 de la revista de mi causa por el Tribunal Militar de la Región Militar de Moscú.

Yo estuve encarcelado 16 años sin haber visto un juez, sin haber escuchado las acusaciones de un procurador ni los testimonios de algunos testigos, sin haber oído la sentencia motivada de un tribunal, aunque innumerables veces reclamé por escrito ese juicio, aunque la Constitución Soviética garantiza a todo ciudadano el derecho de defender su inocencia ante un tribunal. Esta manera de condenar "a ciegas", que me fuera aplicada en lo que a mí respecta, ha sido condenada por el Congreso de la URSS.

En los campos de trabajo, viviendo junto con ladrones profesionales, asesinos y asaltantes, me tocó escuchar que su ética les prohibe golpear a un maniatado. Por su trasgresión, ellos castigan a los suyos con la muerte. Actualmente os resulta fácil escribir artículos, calumniando a los sacerdotes, cuando a ellos les resulta prácticamente imposible rebatir estas calumnias por medio de la prensa, la radio o la televisión. Si yo, por ejemplo, aún en una carta privada, os tildase de espía chino o inglés, entonces Vos, sintiéndoos inocente, podríais llevarme ante la responsabilidad de un tribunal soviético y yo sería penado por calumniador. Pero cuando Vos me calumniáis de igual modo, hasta públicamente y por la prensa, entonces yo no puedo defenderme por esa misma prensa, aunque la ley no prevé excepciones para los sacerdotes y creyentes. ¿Acaso vuestra conciencia ateísta considera acción honrosa utilizar maléficamente la situación creada? ¿Acaso vuestro autorrespeto, como profesor universitario, no tendría que ser superior al autorrespeto de los criminales?

(El derecho a reclamar que se rectifiquen las noticias falsas):

En el 7 párrafo del CC de la RSSL se determina que "el ciudadano o la organización poseen el derecho de exigir por la justicia, la rectificación de las noticias que mancillan su honor y dignidad, si el individuo, que haya propalado tales noticias, no demuestra que reflejan la verdad".

Por consiguiente, la ley obliga a la persona, que haya propalado las noticias, a demostrar que las noticias por él propaladas se ajustan a la verdad. "El que afirme que otra persona no es honrada, está obligado a demostrarlo". (A. Vileita, "Pilieciu garbes ir orumo gynimas" — La defensa del honor y la dignidad del ciudadano — V, 1969, "Mintis" — La Idea —, pp. 32-37).

"Por cuanto la ley obliga que la fundamentación de las noticias publicadas debe demostrarla la persona que las ha propalado, y esta no haya demostrado su fundamentación y la justicia no posee otras pruebas de la fundamentación de las noticias publicadas, entonces ella constata que las noticias propaladas por el responsable no concuerdan con la verdad y obliga a este último a rectificar tales noticias" (allí mismo, p. 55).

Acusarme a mí y a las demás personas, menciona­das en vuestro escrito, se podría hacer únicamente si tuvierais pruebas irrefutables.

¿Basándoos en qué, afirmáis que en 1945 el obispo Bucys me encomendó espiar el ejército rojo? Pues el obispo Bucys, todavía antes del 15.VI. 1941 viajó a Roma y, por la entrada del ejército rojo en Lituania en 1944, desde entonces no tuve ninguna clase de relaciones con él. Leed sobre ello en las actas de mi interrogatorio.

(El capellán de la Embajada no era agente del espionaje):

Vos afirmáis categóricamente, que el P. Laberge era un espía del Vaticano. Tomad conocimiento del fallo de 1965 del Tribunal Militar de la Región Militar de Moscú al rever mis actuaciones. Allí se dice claramente: "no está demonstrado que Laberge haya sido agente del espionaje". ¿A quién creer: a vuestro injurioso escrito o al documento del Tribunal Militar?

(Mentirosas afirmaciones sobre Montini — Paulo VI -):

Vos escribisteis, que "a principios de 1945, incitado por el cardenal Montini, Secretario de Estado del Vaticano, el obispo Bucys encomendó al P. P. Raciunas de Panevezys que recogiera datos sobre el ejército rojo" En 1945, J. Montini no era ni cardenal ni secretario de Estado del Vaticano. Recién en 1958 el Papa Juan XXIII elevó a J. Montini a cardenal, mientras gobernaba la arquidiócesis de Milán. Final­mente, ¿podéis presentar pruebas de que el actual Papa Paulo VI (J. Montini) haya instado al obsipo Bucys a espiar el ejército rojo? ¿Podéis especificar concretamente donde, en qué circunstancias el Papa Paulo VI dioesas indicaciones? ¿En qué documentos os basáis al decirlo? Demostrad en cual de las actas de mi interrogatorio hay referencia de ello.

(Se calumnia al Papa Paulo VI):

Ignoro quien os ha impulsado a escribir tales difamaciones y confundir al lector soviético, calumni­ando al Papa Paulo VI, al ya fallecido obispo P. Bucys, al P. Laberge y a mí. Ignoro, si Vos mismo creasteis dicho artículo, o lo escribió algún otro, y Vos solamente lo firmasteis. ¿Tal vez quisisteis, de tal manera, servir a la propaganda del ateísmo en Lituania? Sin embargo, también al ateísta le son obligatorias las normas generales de la ética. ¿Acaso con tal no crítico artículo, no habéis menoscabado el honroso nombre de profesor superior de la Universi­dad de Vilnius? Ignoro cual es vuestro nivel mo­ral. Ignoro si Vos, habiendo tenido valor para es­cribir una mentira, y siendo representante de la ciencia, sin haber comprobado los hechos, tendréis igual valor para rectificarlo. Una persona de honor y carácter vigoroso, si comete un error, siempre lo habrá de reparar. Y Vos, con suficiente valor como para calumniar a varias personas, hasta al propio Papa, ¿tendréis valor y amor propio para rectificar esas calumnias, o por lo menos, ocuparos de que dicha "Kauno Tiesa" (La Verdad de Kaunas) publique el texto íntegro de esta carta abierta mía?

(El calumniar al Papa es incompatible con la política de la Unión Soviética):

Vuestro artículo apareció en la prensa apenas pocos días después de la visita al Papa Paulo VI del Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, A. Gromyko. ¿Acaso creéis que vuestro artículo, impu­tando al Papa de haber organizado el espionaje del ejército rojo, es el comienzo de una nueva acción contra el actual Papa, coordinada con el curso de la actual política exterior de la Unión Soviética?

En base al art. 7 del CC de la RSSL, exijo demostrar jurídicamente la exactitud de las acusacio­nes que se me han imputado. Si Vos no podéis hacerlo, entonces estáis obligado por la ley para rectificar las mencionadas acusaciones. De otro modo, me reservo el derecho de llevaros ante la responsabi­lidad de la justicia.

Copias de esta carta abierta envío a: S. E. el Obispo J. Labukas, S. E. el Obispo L. Povilonis, el Ministro de Relaciones Exteriores de la URSS A. Gromyko, el Rector de la Universidad de Vilnius J. Kubilius, el

Delegado del SAR K. Tumėnas y la Redacción de "Kauno Tiesa".

Palubiai, 20.III.1974.          P. Pr. Raciunas

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