RAION DE IGNALINA 1971

(Solicitud de los creyentes por la devolución de una iglesia):

Al:

Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la RSSL

Secretario del CC del PCL Presidente del Soviet de Ministros de la RSSL Delegado de Asuntos Religiosos de la RSSL Curia de la Arquidiócesis de Vilnius

Exposición

Del Comité de la Iglesia de Ignalina y de los creyentes de la parroquia

La Constitución de la Unión Soviética garantiza la libertad de fe y de conciencia. Para los católicos practicantes son imprescindibles las iglesias, empero, nosotros, los creyentes de Ignalina, carecemos de ella.

La iglesia de Ignalina se estaba construyendo en los difíciles tiempos de los señores de Polonia y, especialmente, bajo la ocupación alemana. Los creyentes invirtieron en su construcción mucha labor y fondos, frecuentemente faltándoles un bocado de pan. Se había preparado gran cantidad de material de construcción, pero esta construcción fué interrumpi­da por la II guerra mundial. En la postguerra, el gobierno del lugar nos engañó dolorosamente. Por cuanto la construcción de la iglesia aún no había sido terminada, entonces el gobierno nos prometió termi­narla, y a nosotros nos quedaría pagar por el trabajo. Pero este edificio le fué quitado a la parroquia y convertido en casa de la cultura.

Todavía en el presente plan quinquenal se había previsto y planificado la construcción de una nueva casa de la cultura, por cuanto el edificio de la iglesia claramente no es apto para esta finalidad: demasiado pequeño, las columnas interrumpen la visualidad, mala acústica, etc. A pesar de todos esos defectos, no se construye la nueva casa de cultura, sino que se realiza la reparación integral de la que era nuestra iglesia. Ya se ha derribado el presbiterio, y los cimientos de un adjunto se están haciendo junto a nuestro oratorio, que se encuentra en una simple choza.

Ya anteriormente la gente que oraba era pertur­bada por la música, las orquestas, los programas ruidosos, y hasta no muy raros incidentes, como p. ej. hace varios años el propio director de la casa de la cultura rompió a pedradas varios vidrios de ventanas durante las celebraciones. Construido el adjunto, la distancia entre la casa de la cultura y nuestro oratorio se acortará en 5 ó 6 metros, y entonces, el ruido, la música, molestará aún más a los que recen.

Actualmente, nosotros, con dolorido corazón, observamos la destruida piedra fundamental de la iglesia y la destrucción de nuestro santuario, lo cual es como si destrozaran nuestro corazón.

Las instalaciones de nuestro actual oratorio son muy pequeñas, inconvenientes y no pueden dar cabida a la totalidad de los creyentes. Caben 200 ó 300 personas. En invierno se hiela el techo y las paredes, y los domingos, cuando la gente se reúne numerosa­mente al oficio religioso, se produce una condensa­ción de vapor y directamente llueve del cielorraso. De esta manera se hace muy húmedo y irrespirable. Además, aquí se reúnen para orar no solamente los fieles de la parroquia de Ignalina, sino que, gente de las parroquias vecinas, venida al mercado y por otros asuntos, al mismo tiempo cumple sus obligaciones religiosas. Empero, como por una regla general, la mayoría de ellos, en el momento del oficio religioso están obligados a permanecer afuera en tiempos de nevizca y frío.

 

(La respuesta: no habrá nada, no esperen nada):

En solicitud por la devolución de nuestra iglesia, hasta dos veces nos dirigimos al camarada Vaitonis, subrogante del presidente del Comité Ejecutivo del raion, quien nos respondió groseramente: "¡No habrá nada, no esperen nada, no recibirán nada, no les devolveré nada! Se hubieran dirigido en 1950 por esta cuestión. Ahora es demasiado tarde." ¿Acaso sola­mente tal respuesta había que esperar de un trabajador responsable y acaso es realmente demasia­do tarde, cuando durante tanto tiempo ya se han curado en todas partes las heridas de la guerra? Porqué hubiera sido posible en 1950, cuando real­mente para todos era muy difícil con las viviendas, y ahora — después de tantos años de progreso y triunfos — se nos quita la última esperanza.

En la época del verano afluyen a Ignalina muchos veraneantes y turistas de los más diversos rincones de la Unión Soviética. ¡Ellos se sorprenden del daño que se nos ha causado! ¿Por qué nosotros carecemos del derecho a poseer las condiciones convenientes para orar? ¿Acaso es demasiado tarde para curar esta nuestra dolorosa herida?

Confiando en las humanas leyes del gobierno soviético y en la Constitución, que afirma la libertad religiosa, confiamos que habréis de conformar nues­tra solicitud de reintegro de la iglesia y que no habrá necesidad de recurrir a instancias más superiores.

Ignalina, 14-111-1971.

Esta presentación fué firmada por 1025 creyentes.

 

(La visita de Rugienis):

Al poco tiempo se llegó a Ignalina cierto represen­tante del gobierno quien, acompañado por el presi­dente del comité de la iglesia de Ignalina, un anciano octogenario, observó la capilla desde el exterior y midió con pasos la superficie que ocupaba. Posterior­mente se supo por los funcionarios del raion, que había sido Rugienis, el delegado del Soviet de Asuntos Religiosos. Después de esta visita, el comité de la iglesia volvió a dirigirse a las autoridades republica­nas.

Al:   Presidente   del   Presidium del Soviet Supremo de la RSSL Comité Central del PC de Lituania Presidente del Soviet de Ministros de la RSSL Delegado del Soviet de Asuntos Religiosos de la RSSL

Curia de la Arquidiócesis de Vilnius

Exposición

Respondiendo a nuestra exposición del 14 de marzo de 1971, el 29 de marzo del corriente año llegó de Vilnius un representante de una institución desconocida para reconocer la situación de nuestro oratorio.

El comité de la iglesia de Ignalina desea conocer, por qué el citado individuo no se encontró con los miembros del comité de la iglesia, y se contentó con conversar con un anciano.

Según nuestra opinión y la del anciano, su reconocimiento de la situación fué superficial: no penetró al interior de nuestro oratorio, y solamente a pasos midió el exterior (20 x6). Ello representaría unos 160 metros cuadrados, mientras que el interior del edificio ocupa mucho menos (17x6). Además, el espacio útil, que utilizan los creyentes, es mucho menor. El presbiterio ocupa unos 30 m2, el catafalco, los confesionarios, las escaleras, el lugar para el pequeño coro, los reclinatorios, los bancos y todo lo demás, también ocupan lugar útil, he aquí el panorama de cuanto lugar queda para los fieles.

Nosotios estamos preocupados de que, según los datos erróneos de la mencionada persona, no siga una disposición errónea.

Por consiguiente, pedimos se escuche la opinión del comité de la iglesia, y no la de una sola persona, que no conforma la totalidad del comité y no puede hablar en su nombre.

Por cuanto ignoramos de que institución guberna­mental procedía dicho representante, es por eso que la presente exposición la enviamos a todas las instituciones a las cuales habíamos enviado la anterior exposición.

Ignalina, 7-IV-1971.

 

(No pidáis y no recibiréis):

La exposición fué firmada por 7 miembros del comité de la iglesia. Cuatro representantes del comité llevaron la exposición a todas las instituciones. Al introducirse ante el delegado del SAR, Rugienis, este les gritó, los tildó de saboteadores y replicó airada­mente: "Devuelto una vez esto, después querríais quien sabe qué. ¡No pidáis porque no recibiréis!"

Transcurridas un par de semanas, Rugienis envió su respuesta a través del subrogante del presidente del CE del raion, Vaitonis. Se apersonaron los miembros del comité de la iglesia y-algunos creyentes. Vaitonis no quiso dejar entrar a los creyentes, pero fué obligado a consentir. Vaitonis dio lectura a la nota de Rugienis, que no permitió que se viera ni de lejos. La idea fundamental de la nota: nadie destruye vuestra iglesia, no impide que recen, lugar hay de sobra, ¡y la casa de la cultura nadie se la entregará!