(Surgen diez por un catequista eliminado):

A las autoridades soviéticas les provoca muchísima preocupación no solamente la activa acción de los sacerdotes, sino especialmente la juventud, a la que no se puede seducir con los ideales comunistas: la mentira y la coacción son percibidas diáfanamente por todos. Aunque las leyes soviéticas prohiben a los niños ayudar a Misa, participar de las procesiones, cantar en los coros, aprender religión en grupo, empero en la totalidad de Lituania estas leyes están abiertamente ignoradas. Los sacerdotes catequizan públicamente a los niños. Casi en todas las parroquias los niños ayudan a Misa, participan de las procesi­ones, y en muchos lados se han creado coros parroquiales de niños.

Para que los sacerdotes y los fieles no se envalen­tonaran demasiado, el 18 de spetiembre de 1979 se realizó en Astravas un juicio por la catequización de los niños. La kaunense Angele Ramanauskaite hubo de enfrentarse al tribunal "popular" soviético, donde fué acusada de haber osado "arrastar hacia el oscurantismo el alma de los niños", es decir, hablarle sobre Dios a un pequeño grupo de lituancitos de Bielorrusia. Sin embargo, este juicio no amedrentó ni a Ramanauskaite, ni a sus asistentes. Más de uno se pronunció: "El próximo año, Angele, seremos diez los que iremos a enseñar sobre Dios a los niños!"

El juicio de Astravas logró una finalidad induda­ble: mostrar a la mayoría la bancarrota de la ideología marxista. Muchos pudieron notar que los creyentes de Bielorrusia como quiera están más oprimidos y esclavizados que en Lituania. Nadie podrá demostra­rles a aquellos que participaron del juicio de Astra­vas, que la justicia soviética posee algún valor.