En la noche del 10 al 11 de octubre del cte. año, resultó brutalmente asesinado el cura párroco de Luoke (diócesis de Telsiai) P. Leonas Sapoka.

La noche mencionada, a eso de la 1 hora, asesinos desconocidos irrumpieron en la casa parroquial a través de la antesala. Violentando la puerta del dormitorio del párroco, arremetieron contra el dormido párroco llevando linternas en sus manos, lo golpearon con los puños en el pecho y la cara, y le asestaron un fuerte golpe en la cabeza a la anciana ama de llaves que había acudido presurosa. La anciana cayó. Los asesinos condujeron a la anciana a la cocina de un segundo departamento. Allí también llevaron otra anciana del segundo piso. Las pusieron de rodillas frente al hogar. Uno de los atacantes se quedó cuidándolas, mientras el otro regresó al dormitorio. Las ancianas durante largo rato escucha­ron los quejidos del párroco. Más tarde las condujeron al cuarto de baño. Allí hicieron ir también a un anciano, habitante de la casa. Presentaba la cabeza magullada. El cuarto de baño carecía de ventanas, allí fueron encerrados bajo llave.

El sacerdote asesinado estuvo siendo torturado durante unas 5 horas. De acuerdo a los datos del forense todos los músculos del cuerpo habían sido objeto de golpes y anegados de sangre. El cadáver fué hallado por la mañana en el dormitorio sobre el piso: la cabeza completamente ensangrentada y tapada con una almohada, mientras que el cuerpo estaba cubierto con una sábana.

Había desparramado sobre la escalera: una vieja gorra y mucho dinero. Surgiría que los asesinos no procuraban buscar valores, cuanto regodearse sádica­mente torturando al cura párroco.

El asalto fué realizado con suma precisión — acertaron de primera intención con los dormitorios de cada uno de los habitantes de la casa. Justamente fué roto el vidrio de la veranda que era el más delgado, dado que todos los demás eran de 1 cm. de espesor. Se expande el rumor que el P. Leonas Sapoka ha sido asesinado por los de la Seguridad.

Resulta curioso que un funcionario de la milicia haya asegurado que nadie había torturado ni asesina­do al cura párroco, — ya era viejo y habría fallecido de un ataque cardíaco.

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Karmėlava

El 28 de abril de 1980, por la mañana temprano, el cura párroco de Karmėlava P. Benedictas Povilans-kas estaba llevando el Santísimo Sacramento de la sacristía a la iglesia. Durante este traslado fué atacado por bandidos que lo golpearon gravemente. La milicia no descubrió a los delincuentes.

Kulautuva

La noche del 12 de septiembre de 1980, a eso de las 12 hs., los bandidos atacaron y torturaron prolongada­mente en la casa parroquial de Kulautuva al P. Antanas Bitvinskas. El cura párroco debió curarse en el hospital, pero la milicia no identificó a los delin­cuentes.

Šlavantai

(Desesperada y bárbara agresión atea):

En los primeros días del mes de octubre de 1980, los feligreses de la parroquia de Šlavantai, raion de Lazdija, fueron conmovidos por un suceso escalofri­ante, bárbaro.

Durante un par de semanas a los habitantes les provocaba extrañeza que todas las salidas de Šlavan­tai día y noche estaban custodiadas por máquinas

ligeras, con dotación de tres hombres cada una, que vuelta a vuelta cambiaban la numeración de sus patentes.

De pronto fueron agobiados por la noticia de que su respetadísimo cura párroco P. J. Zdebskis había sido quemado mediante técnicas militares u otros medios no identificados.

La Sección Quemaduras del hospital Republicano Clínico de Kaunas determinó quemaduras de II y III grado, que abarcan del 10 al 12% de la superficie del cuerpo. Por parte de los empleados médicos se sabe que la KGB había exigido que la enfermedad se calificara (cambiara el diagnóstico) como afección venérea, reclamando que se formulara como positiva la específica reacción Wasserman para enfermedades venéreas.

En la lucha de los ateos contra la fe, tal vez todavía no se haya producido otro suceso similar. Tanto los feligreses de Šlavantai, cuanto los de Lituania se sienten profundamente doloridos e irritados. En Lituania se están recogiendo firmas en notas de protesta por las agresiones dirigidas contra los sacer­dotes.

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