(Flores en el monumento de Vytautas — es delito):

Los estudiantes de la Universidad V. Kapsukas de Vilnius, habiendo organizado un viaje turístico a través de Dzukija, decidieron visitar también el monumento del gran duque Vytautas en Perloja (raion de Varena). Compraron flores y nueve de ellos partieron el 13 de mayo.

Llegados a Perloja, al pie del monumento a Vytautas dejaron las flores, pero no cantaron, ni pronunciaron discursos. Los siguió hasta allí un funcionario de la seguridad, que posteriormente llamó por teléfono a otros de las seguridad y a la milicia. Los estudiantes que regresaban, fueron detenidos en el camino y retornados a Perloja, donde iniciaron el interrogatorio. Y hete aquí el resultado: de la Universidad fueron expulsados los tres estudiantes más activos, ya sospechosos con anterioridad: Eugeni­jus Banys, Remigijus Kajeckas y Pranas Grigas.

Primeramente fueron expulsados del VLKJS (juventud comunista) por el quebrantamiento de la disciplina juvenil comunista, mientras que Kajeckas también por inestabilidad de opinión (durante la requisa se le halló un libro de oraciones).

Los tres fueron expulsados de la Universidad por grosero quebrantamiento de la disciplina. Sudavicius, el prorrector para cuestiones educacionales y la dirección acusaron a los estudiantes por haber llevado, sin el menor motivo, flores para el monu­mento a Vytautas. Ello habría sido, según la dirección de la Universidad, una velada conmemoración del aniversario de Kalanta.

Los estudiantes lesionados, buscando justicia y defensa, recurrieron hasta el comité central del PC de Lituania. Y allí les espetaron:

— Basta que hayáis colocado flores a Vytautas — ¡un feudal y asaltante! Ello no se congenia con los principios y el patriotismo del joven comunista, ni del hombre soviético.

¡He aquí como se valora el pasado de nuestra nación!

 

(El Partido ordena la imposición del sacramento de la Confirmación):

Ratnyčia. El 8 de julio de 1973, en la iglesia de Ratnyčia, el administrador de la diócesis de Vilnius, mons. C. Krivaitis, impuso el sacramento de la Confirmación. Aunque la imposición de los sacra­mentos es cuestión puramente interna de la iglesia, empero el gobierno se interesa mucho en ello. Los funcionarios gubernamentales disponen, donde y en cuantas oportunidades por año se puede conferir el sacramento de la Confirmación, y se ocupan de como son organizadas todas las ceremonias. He aquí, por ejemplo, que justo antes de estas solemnidades, el cura párroco de Ratnyčia P. A. Andriuškevičius fué citado para una conversación en el gabinete del presidente del comité ejecutivo del SDT (Soviet de diputados de los trabajadores) del raion de Varėna. Se le indicó que el administrador de la diócesis fuera recibido solamente en el atrio. El presidente del comité del raion pretendió que la menor cantidad de gente acompañara al administrador a su salida.

Ya desde temprano por la mañana del 8 de julio, los creyentes se dirigían a Ratnyčia a pié y en vehículos. Madrugadores fueron también los "cola­boradores" gubernamentales. En todos los caminos a Ratnyčia se encontraron puestos de inspectores de automotores, que detenían las máquinas, verificaban los documentos de los conductores-, y, frecuente­mente, preguntaban donde y para qué viajaban.

A los koljoses y otros establecimientos se les había prohibido facilitar para ese motivo, transportes y caballos. Y si alguno intentó utilizar esos medios, los inspectores de tránsito no lo permitieron. El propio inspector de tránsito, que vigilaba en el puente deDruskininkai, hizo dar vuelta por las riendas a un carro en el que viajaban algunos niños.

El transporte personal era verificado por los celosos inspectores de tránsito. Algunos conductores fueron verificados hasta 6 veces.

Los autobuses, con servicio a Ratnyčia, Druskinin­kai, Baltasiske, no pudieron llevar a todos los que lo deseaban.

No menos cantidad de "colaboradores" había alrededor del «trio, en el atrio y hasta en la iglesia.. Aquí sus funciones eran otras: anotar las patentes de las máquinas, vigilar a la gente, escuchar las predica­ciones de los sacerdotes, perseguir a los vendedores de rosarios, libros de oraciones, cruces y estampitas. Esta última misión procuraron cumplirla por la mañana, apenas los vendedores expusieron sus mercancías, y mientras harjía pocos compradores. Los damnificados explicaron como fué el procedimiento. Se acercaban varios hombres de civil (a veces hasta 7) y comenzaban pretendidamente a elegir rosarios olibros de oraciones, examinándolos, revisándolos, preguntando precios, y de repente unos detenían al vendedor, y los otros arrebataban las mercaderías y se escapaban del atrio. Todo ello procuraban reali­zarse sin alboroto, para que no se produjeran disturbios y los creyentes no liberaran a los detenidos. Si el vendedor comenzaba a justificarse en alta voz o a llorar, se le ordenaba callarse. A veces los devocio­narios eran ultrajados allí mismo, destrozados y pisoteados.

Ese mismo día, durante su predicación, el P. L. Kunevičius condenó públicamente este afrentoso proceder. El predicador dijo que los creyentes están pauperizados compulsivamente, pues ellos no pueden tener prensa religiosa — periódicos, revistas, libros; ellos no pueden utilizar la radio y otros recursos de la civilización para conocer y profundizar su fe. Y como si fuera poco, no se les permite adquirir rosarios, libros de oraciones y crucecitas.

A pesar de las dificultades, se reunieron en Ratnyčia unas 7.000 personas. Recibieron el sacra­mento de la Confirmación 2700 niños y jóvenes.

Hubo grandes filas en la iglesia ante los confesio­narios. Especialmente hubo gran cantidad de creyentes de Bielorrusia, pues allí son muy escasos los sacerdotes.

El gobierno estuvo desconforme por las solemni­dades de la imposición del sacramento de la Confir­mación. El cura párroco de Ratnyčia fué citado por el raion de Varėna, donde el subrogante del presidente del Comité Ejecutivo, Visockis, le reproché por la predicación del cura párroco de Gerdašiai, P. L. Kunevičius. El propio imponedor del sacramento de la Confirmación también fué reprendido por K. Tumėnas, a causa de que en Ratnyčia fueron mal elegidos los predicadores.

También sufrió "un lavado de cabeza" el decano de Gardinas, por haber enviado a sus creyentes a otra república. Le exigieron que informara cuantas tarjetas del sacramento de la Confirmación se habían repartido en su decanato.

Actualmente se habla mucho sobre la liquidación de "la guerra fría", de la distensión de las tensiones y de la colaboración beneficiosa para ambas partes hasta con los países capitalistas. Los creyentes, desgraciadamente, esperan sin término cuando el gobierno soviético renuncie a sus métodos de la guerra fría en contra del pueblo creyente, cuando los librará de los grilletes'de la discriminación.

 

(Nada de catequizar, ni examinar los conocimientos):

Valkininkai. El 20-VII-1973, el cura párroco de esta parroquia, P. Algimantas Keina, verificaba en la sacristía si dos niñas estaban preparadas para la Primera Comunión. Repentinamente irrumpieron en la sacristía el funcionario Saina del raion de Varėna y el corresponsal Daugėla. Uno fotografiaba a los chicos, y el otro gritaba:

—       ¡Está prohibido, tanto catequizar a los niños, como examinar sus conocimientos! ¡Está absoluta­mente prohibido llevar a los niños a la iglesia. La escuela es una sola! . . .

Las mujeres que habían traído a sus niñas, defendieron valerosamente sus derechos:

—       Nosotros tenemos el derecho de llevar nuestros, hijos a confesarse. Nosotros pedimos que el sacerdote verifique, los conocimientos religiosos de nuestros hijos. Ustedes no tienen derecho a prohibírnoslo. Si no lo permitiréis públicamente, nosotros llevaremos en secreto a la iglesia a nuestros hijos, iremos a la clandestinidad.

Los funcionarios gubernamentales inquirieron a la mujer para que dijera su nombre. Al negarse esta, apareció un funcionario de la seguridad del raion de Varena y se llevó a la mujer al raion.

Por cuanto la comisión del raion de Varena encontró que se estaba examinando solamente a dos niños, entonces no sancionó al sacerdote. Parece ser que esperaban sorprender un gran grupo de niños.

 

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