RAION DE ALYTUS

(Tamkevicius, vicario de Simnas en el tribunal: "Los asesinos, los bandidos, tienen derecho a defenderse, pero a mí, como sacerdote, no me fué permitido".):

Ofrecemos la presentación a la Procuraduría de la RSSL, del vicario de la parroquia de Simnas, P. Sigitas Tamkevičius:

"El 29 de abril de 1972 fui citado por el comité ejecutivo del raion de Alytus. En el despacho del presidente regional se reunieron los miembros de la comisión: el presidente regional, dos subrogantes, el director de la sección propaganda y agitación, el corresponsal de soviet de Asuntos Religiosos. Como testigos fueron citados el cura párroco de Simnas P. Matulevičius, el decano de Alytus P. J. Grigaitis y el decano de Daugai P. Turčinskas.

Durante casi una hora, el subrogante del presi­dente regional, camarada Jancauskas me estuvo acusando severamente de tales cosas, sobre las cuales yo ni había soñado. Absolutamente no me fué permitido aclarar. El camarada Jancauskas, al pre­tender yo hablar, manifestó: "¡Aquí no nos hemos reunido para discusiones!" Y cuando intenté aclarar por una calumnia, el representante del soviet de asuntos Religiosos replicó: "¡Lo aclararás en la procuraduría!" Por lo tanto, escuchando las mayores acusaciones, debí callar. Los asesinos, los bandidos tienen derecho de hablar para defenderse, pero a mí, como sacerdote no me fué permitido hacerlo. Más aún, el camarada Jancauskas denominó a este espectáculo "una advertencia de alto nivel", afirmando que "nosotros somos muy humanos" y que "en los años de postguerra nadie hubiera hablado así contigo . . ."

Por cuanto las acusaciones promovidas son calum­nias, entonces siento la necesidad de contestarlas; por cuanto en esta conversación, además de los funciona­rios gubernamentales también participaron 3 sacer­dotes, y los decanos estaban obligados referir la advertencia a las autoridades eclesiásticas, entonces, copias de mi respuesta envío también a los menciona­dos decanos y a las curias.

Primeramente fui acusado que, durante las predicaciones, calumnio a la escuela y la existencia soviética. No es verdad. Hubo ocasiones que durante las predicaciones promovía algunos defectos en relación con el lesionamiento de la libertad de conciencia. Eso no era una calumnia, sino una realidad. Si el caso lo requiere, estoy preparado para ilustrar con hechos concretos y numerosos, que no he mentido. Si el caso requiere, puedo presentar testigos, que de viva voz habrán de testimoniar que dije la verdad.

A mí, que he crecido en los años de postguerra, me resulta totalmente incomprensible, de que los funcio­narios del gobierno teman la verdad. Es que la verdad debe ser el fundamento de la nación. En mi opinión, todos aquellos que me reprocharon despiada-mente, debieron agradecerme por haber llamado la atención sobre los defectos existentes. Hay que respetar a los ciudadanos que dicen la verdad, y que hay que temer a aquellos que, fingiendo ser ardientes patriotas, queriendo congraciarse, complacen al gobierno y ocultan de sus ojos las deficiencias, que a nadie le dan provecho ni hacen honor.

Fui acusado por haber organizado escribir denun­cias a diversas instancias gubernamentales de Simnas y Santaika . . .

Al acusar a alguien, se debe demostrar, porque el basarse sobre cualquier clase de presunciones no hace ningún honor a los funcionarios del comité ejecutivo.

Más adelante fui acusado de trasmitir noticias a la prensa del exterior sobre la maestra Briliene, sobre la primera advertencia del camarada Jancauskas, sobre el sepelio de la maestra Babarskaite.

Si careciera de conciencia, con no menor firmeza podría afirmar que las mencionadas noticias las había trasmitido a la prensa del exterior el camarada Jancauskas o cualquier otro de los funcionarios gubernamentales de alto nivel. ¿Desde cuando el derecho soviético permite, sin tener pruebas, que se acuse a un ciudadano de algunos u otros delitos? Me parece que, al desarrollarse los lazos con el exterior, no habría que asombrarse si las ampliamente propagadas noticias por Lituania lleguen también a la prensa del exterior. Porque en Lituania, hablar sobre la actualidad, me parece, no está prohibido. Hasta en aquella oportunidad en que el camarada Jancauskas por primera vez me advirtiera, no me ordenó callar. Si aquello hubiera sido un secreto de Estado, entonces en la conversación no hubieran participado el cura párroco de Simnas, el presidente de la ciudad de Simnas y detrás de una puerta entreabierta no hubiera permanecido sentada una secretaria.

Fui acusado de haber fabricado el discurso del juicio del padre Juozas Zdebskis, que lo propagué por Lituania y lo entregué a la prensa del exterior. Acusar de este modo, sólo puede hacerlo un funciona­rio irresponsable. ¿Acaso los expertos carecen de medios para determinar quien escribió el menciona­do discurso: el P. Tamkevicius o el P. Zdebskis?

Además fui acusado de que organizo a los niños para ayudar a Misa: me dieron cierta nota del presidente del soviet de Asuntos Religiosos, Kuroje-dov, y me ordenaron echar a los niños de! altar y a las niñas de las procesiones.

Le manifesté a los miembros de la comisión, que firmaría la nota de Kurojedov recién cuando fuera publicado en "Vyriausybes Zinios" (Boletín oficial. El T.) y cuando tenga poder jurídico.

No organicé ni enseñé a los niños. Los propios padres los envían para ayudar a la Misa. Que el camarada Jancauskas se lo pregunte a los padres de los niños, y después promueva la acusación, y él lo hizo al revés: primero me acusó, y ahora, posible­mente, buscará pruebas.

En cuanto a echar a los niños del altar, puedo manifestar que no me hice sacerdote como para echar a los niños, cuando ellos honran a Dios. Ellos tienen derecho a rezar allí donde más les guste: junto al altar o junto a la puerta, y no allí donde lo pretenda cualquier funcionario.

Escuchadas todas las acusaciones, comprendí porque habían sido citados los decanos, porque no me fué permitido aclarar. El camarada Jancauskas hasta ordenó referir a las curias sobre este procedimiento. Es decir, primeramente las autoridades eclesiásticas y los sacerdotes deben comenzar a hablar de mí como si fuera algún terrible delincuente. Acaso, a veces no se practica el proverbio popular: deseando matar a un perro, primeramente hay que propalar que está rabioso.

Por lo tanto, protesto contra la campaña de calumnias que se realiza y solicito a la procuraduría que asuma las medidas, para que los funcionarios gubernamentales cesen de perseguirme, como sacer­dote, de que no me recuerden más los años de terror de postguerra, c(uya carga experimentaron hasta los comunistas más fieles". (N.B. La respuesta está abreviada).

Esta exposición fué enviada a principios del mes de mayo, pero la procuraduría no envió ninguna contestación.

 

RAION DE MOLETAI

(Moscú en esta oportunidad respondió a la nota de los

creyentes):

El 8-VI-1972, los creyentes de la parroquia de Stirniai, raion de Moletai, enviaron al Presidente del Soviet de Ministros de la URSS una exposición sobre la discriminación de los creyentes (ver Crónica de la ICL No. 2).

En el mes de mayo, Rugienis citó al cura párroco de Moletai P. Joñas Zubras y lo reconvino, acusándolo porque la exposición de los creyentes había sido organizada por él. Poco después, el P. Zubras, por orden de Rugienis, fué designado para las funciones de cura párroco de Dubingiai.

A medidados del mes de mayo, con la dirección de V. Sapkauskaite llegó de Moscú la contestación a la denuncia de los creyentes.

"En el soviet de Asuntos Religiosos fué considera­da vuestra exposición, dirigida al presidente del Soviet de Ministros de la URSS.

Les aclaramos que el P. A. Šeškevičius trabaja en la iglesia de Silale; las personas que deseen ingresar al Seminario Eclesiástico, pueden corporizar su deseo de acuerdo a las reglamentaciones de ingreso dispues­tas por el propio seminario.

En cuanto a la exigencia de "no interferir a los sacerdotes para que enseñen las verdades de la fe a los niños", eso es contrario a las leyes, al igual que la exigencia de soltar a los sacerdotes condenados por la grosera infracción de leyes sobre el culto religioso".

Firmó la respuesta el miembro del Soviet E. Tarasov.

Inmediatamente de su llegada a la parroquia de Dubingiai, el P. J. Zubrus fué llamado por el comité ejecutivo del raion de Molėtai. Lo acusaron cuatro funcionarios, de que no cumplía las leyes soviéticas, se ocupaba de la beneficencia, de que le daba a leer a los niños libros religiosos, de que realizaba retiros espirituales sin permiso del gobierno. Le fué manifes­tado al padre J. Zubrus, que no iba a ser registrado en Dubingiai.

Días más tarde, de la curia de Kaišiadorys le llegó al padre J. Zubrus la designación para las funciones de vicario en la parroquia de Širvintai, aunque anteriormente no se designaba vicario en esta parro­quia. Mientras tanto, en la parroquia de Dubingiai se pretende dejarla sin cura párroco estable, y solamente se la sirve de la parroquia vecina.

KAUNAS

(Interrogatorios, requisas por la prensa ilegal y por las firmas del memorándum):

El 28 de junio del presente año se citó a Jadvyga Stanelyte en la sede del comité de seguridad de Kaunas. Un año atrás le había desaparecido una cartera de mano con el libro "Todos somos herma­nos". Stanelyte fué interrogada de donde había obtenido ese libro y quien había organizado el memorándum.

Después la llevaron a su vivienda y, sin cambiar la orden, le hicieron una requisa. Durante su realiza­ción le tomaron: "Bažnyčia ir Pasaulis" (La Iglesia y el Mundo) de A. Maceina, el "No. 1 de Crónica de la ICL", "Kronika" (en idioma ruso) y un librito de anotaciones.     ^

Al día siguiente fué llamada para el interrogatorio. A los interrogadores les interesaba sobremanera quien y donde "Era" multiplicaba los libros. J. Stanelyte les aclaró que no lo sabía.

Al encontrar en el anotador algunas direcciones, los de la seguridad examinaron libros en lo de O. Sereikaite y S. Kelsaite.

    *    *

El 29 de junio, visitaron a la Dra. Mikšyte dos funcionarios de la KGB y revisaron sus libros. Sin encontrar nada que les interesara, preguntaron:

¿No tienes color amarillo?

¿Cuál?

— El que prohibe el gobierno soviético, — aclararon los de la seguridad.

Los funcionarios de la KGB preguntaro'n todavía si la Dra. Mikšyte había firmado el memorándum, si no había juntado firmas y que sacerdotes la visitaban.

        *    *

El quemarse del joven R. Kalanta el 14 de mayo, parece ser, fué más de carácter patriótico, pero en las demostraciones se podían escuchar no solamente frases patrióticas, sino también religiosas.

VILNIUS

(Rugienis aclara lo que es permitido y lo que no):

Este último tiempo Rugienis aclara, que es lo permitido y que, no lo es. Rugienis procura sobrema­nera impedir a los menores de edad que ayuden en la Santa Misa. Llamando al cura párroco "infractor", le lee el siguiente escrito:

"En relación a vuestra pregunta de si es infracción cuando los sacerdotes llaman a los menores de edad para que ayuden a Misa, en los cultos religiosos, las procesiones y otras ceremonias del culto, la sección jurídica de Asuntos Religiosos aclaró, que estas acciones deben ser consideradas lesionamiento de las leyes, dado que la iglesia no puede realizar trabajos especiales con los niños.

El soviet de Asuntos Religiosos ya aclaró que por infracción a las reglamentaciones, dispuestas por los presidiums de los soviets supremos de las repúblicas de la Unión sobre las reuniones religiosas, los desfiles y la realización de otras ceremonias del culto, y también con las infracciones relacionadas con la actividad especial de la iglesia, los sirvientes del culto son pasibles de la responsabilidad administrativa.

En las oportunidades en que la participación de los menores de edad en las celebraciones del culto asumen la forma disfrazada de la enseñanza de la religión (el sistemático cumplimiento de los cantos de los salmos y cánticos por parte de los niños durante las ceremonias del culto, la realización de charlas colectivas con los niños sobre temas religiosos, la organización de ocupaciones de los niños al preparar­los para la confirmación, etc.), los infractores son llamados a la responsabilidad penal según el art. 143 del CP de la RSSL.

Kurojedov, presidente del soviet de Asuntos Reli­giosos.

*    *    *

A. Barkauskas, secretario del CC del PCL, hablan­do en el VI plenario del CC del PCL, tocó también la cuestión de la Iglesia:

"En la lucha ideológica comienza a participar más activamente la Iglesia y los sirvientes del culto. Algunas de sus acciones tienen también un tinte nacionalista. Al activarse la propaganda nacionalista, la acción del Vaticano, se reactivó también la porción de los eclesiásticos católicos dispuestos reaccionaria­mente. Por lo tanto es necesario acrecentar la combatividad de la lucha ateísta, desenmascarar públicamente a aquellos que, encubiertos con el manto de la religión, no respetan las normas de nuestra Constitución. Nadie tiene derecho de permi­tir que se lesionen las leyes con cuestiones de culto . . ."