(Hábiles respuestas a las manifestaciones ateístas):

El 20 de abril de 1979 falleció el presidente del comité parroquial de Daugailiai, Juozas Tarulis, de la aldea de Mikalajūnai, llegado casi a los 80 años de edad.

El 30 de abril de 1979 la presidenta de la regional, A. Stankevičiene, preguntó telefónicamente al cura párroco P. Petras Baltuška, si ya había sido elegido el nuevo presidente del comité parroquial. Le fué respondido que todavía no lo estaba, pero que la custión se resolvería a la brevedad. Ella todavía se interesó en quien era el candidato a las funciones de presidente. El párroco respondió:

— Yo mismo.

—       Vos no podéis ser presidente, — se alarmó la presidenta.

—       ¿Por qué? — inquirió calmosamente el P. P. Baltuska.

—       Eres empleado del culto.

—   No. Yo no soy empleado del culto, sino sacer­dote. Es algo más destacadamente superior al emplea­do del culto. Os pido no mezcléis los conceptos. ¿Acaso a Vos, que cumplís las funciones de presidenta de la regional, alguien os denomina empleada o sirvienta de la regional, o dice: "Estuve en la regional, pero no me encontré con la empleada de la regional". ¿Acaso al médico alguien lo denomina empleado de los enfermos, o la criadora de cerdos es la sirvienta de los cerdos? ¿Acaso al presidente del raion lo denomináis empleado del raion? No.

—   Bueno, no sé. Tratadlo con el sustituto del presidente del raion, Labanauskas. Si él os confir­ma . . .

—   Mientras él nada me diga, yo tampoco le diré, pues esto es un asunto interno de la iglesia, — explicó el cura párroco.

El 6 mayo de 1979, domingo, durante la ceremonia religiosa se anunció que, al término de las ceremonias religiosas, se reunirían los miembros del comité parroquial para considerar algunos asuntos eclesiales. Se reunió la totalidad del comité, 21 personas en total. La reunión consideró la transmisión de las funciones de presidente y otras funciones de los miembros, formulando un acta del siguiente tenor:

"Nosotros, los abajo firmantes, miembros de la comunidad religiosa de la iglesia católico romana de Daugailiai, en la reunión general del 6 de mayo de 1979, hemos elegido el siguiente órgano ejecutivo del comité parroquial:

1.Presidente — Baltuska Petras, hijo de Rapolas

2.Secretario — Lumbe Zenonas, hijo de Juozas

3.Tesorero — Skibutis Vincas, hijo de Vincas" . . . En presencia de los miembros del comité, el

párroco asumió las funciones de presidente del comité parroquial, basándose en el canon 1183, art. 1 del Derecho Canónico de la Iglesia, donde se esta­blece: "Cualquiera que fuere, ya sea eclesiástico o laico, que sea incorporado en la administración de los bienes eclesiales, todos ellos conjuntamente con el cura párroco local, según se menciona en el canon 1182, o el sacerdote que ejerciera sus funciones, y bajo su presidencia, conforman el Consejo de Sosteni­miento de la Iglesia".

El Sínodo de la diócesis de Panevėžys, en la pág. 111, art. 560, especifica: "En todos los casos el cura párroco local será el presidente del Consejo de Sostenimiento de la Iglesia".

Copia del acta, por carta certificada, fué enviada al sustituto del presidente del comité ejecutivo del raion de Utena, J. Labanauskas.

El 29 de mayo de 1979, la presidenta regional anunció telefónicamente al párroco, que se le citaba para concurrir el 30 de mayo a las 9 horas de la mañana ante el sustituto J. Labanauskas.

Llegado al Comité Ejecutivo, en la oficina del sustituto halló no solamente al propio sustituto, sino también al presidente del raion, Talmantas así como el procurador del raion, F. Levulis. El sustituto presentó el cura párroco al procurador. Luego de haberse sentado todos a la mesa, el sustituto comenzó a hablar en tono admonitorio:

— ¿Por qué habéis infringido las leyes soviéticas? Sin nuestro permiso Vos habéis convocado una reunión, donde os hicisteis elegir presidente. El procurador aquí participante os explicará las leyes. Os advertimos que, por la infracción de la ley habrás de ser llevado ante la responsabilidad judicial.

El sustituto le hace entrega al cura párroco de una hoja de papel escrita a máquina, en la que está formulada la advertencia y le ordena que la firme. El párroco la lee pero no la firma, alegando que él no había quebrantado ninguna ley, pues el art. 16 de las disposiciones, dice: "Las asambleas (reuniones) de los órganos ejecutivos y de fiscalización de las comuni­dades religiosas así como agrupaciones de creyentes, se realizan sin previa notificación a los órganos gubernamentales y sin su permiso".

El sustituto comienza a burlarse:

—       ¿Tenéis pocas autoridades?

Tras estas palabras el cura párroco solicita la interrupción de la conversación hasta el día siguiente, dado que él no había llevado consigo la grabadora para fijar lo conversado.

El sustituto se ofende y salta de su asiento vociferando:

—   ¡Piensas chantagearnos!

—   Nadie te permitirá grabar, aunque te traigas el grabador, — en tono subido completa el presidente.

—   Pero mis palabras podéis grabarlas, — observa calmosamente el párroco.

—   ¿Para qué necesitas grabarlas? — pregunta J. Labanauskas.

—   Para poder demostrarle el domingo a los fieles, de qué y como se estuvo hablando aquí.

El párroco sigue explicando:

—       No infringí ninguna ley, puesto que el art. 52 de la Constitución de la URSS y el art. 50 de la Constitución de la RSSL estipulan claramente: "En la URSS la Iglesia está separada del Estado".

El presidente Talmantas llamea de ira:

—   ¿Sabes lo que significa la separación?

—   ¿Pues qué? — inquiere el sacerdote.

—   Que Vos no tenéis derecho a entrometeros en los asuntos del Estado.

—   ¿Y quién les ha dado el derecho de entromete­ros en los asuntos de la Iglesia? —interroga el párroco. — ¿En qué lugar de la Constitución está escrito que a Vosotros se os permite entrometeros en nuestros asuntos, y a nosotros se nos lo prohibe? En ese artículo de la Constitución está todo dicho: si está separada, entonces está separada. He aquí que con nosotros participa un representante del derecho: el procurador. Si él ha participado de un juicio donde se ha separado (divorciado. El T.) al marido de su esposa, entonces no le ha dejado el derecho de aterrorizar a su ex esposa, o a la ex esposa a su ex marido. Los separó, y se terminó.

   El cura párroco les muestra los cánones de la Iglesia y los libros del Sínodo, la Constitución de la URSS y la Constitución de la RSSL, las disposiciones de las uniones religiosas y explica que el sacerdote, llegado a una parroquia por disposición del Obispo, quiéralo o no, debe enterrar los muertos, bautizar a los nacidos, visitar a los enfermos, escuchar las confesiones de los fieles, etc., también tiene la obligación de cumplir las funciones de presidente del comité parroquial, pues para ello está obligado por los cánones y el Sínodo. El sacerdote le muestra al presidente los libros con las disposiciones, pero este solamente les echa una ojeada, los empuja de lado y expresa:

—       Viejo, el gobierno soviético no los ratificó.

—       Presidente, habéis desechado los Cañones, el Sínodo, — prosigue el P. Baltuška, — entonces de acuerdo a vuestra lógica, yo rechazo esta Constitu­ción, estas disposiciones, pues tampoco han sido ratificados por el Vaticano.

El presidente lee el artículo 12 de las asociaciones religiosas:

—       Las reuniones generales de las comunidades religiosas y de los creyentes (excepto los oficios religiosos) se realizan con el permiso otorgado por el comité ejecutivo del soviet de diputados del pueblo de los raion y ciudades (ciudades de gobierno republica­no).

El párroco aclara:

—       Si estas reuniones o asambleas se realizaren para considerar asuntos especiales, p. ej. organizar un congreso, edificar una iglesia nueva, salir en viaje especial, p. ej. viajar a Moscú en oportunidad de la Olimpiada del año venidero y mostrarse allí con un programa religioso. En estos momentos el Papa se encuentra de visita en Polonia y, digamos, un millar de fieles de Daugailiai desearían viajar allí para encontrarse con él. Entonces, para considerar tales viajes, procurando la convocatoria de la totalidad de todos los parroquianos, tal vez resultaría necesario vuestro permiso, pero en este caso: la trasmisión de las funciones de presidente del comité es una cuestión de estricto carácter eclesial.

Además, esto no es una ley. Por favor, solicito del presidente que me lea donde está escrito que esto es una ley. Se trata solamente de un decreto. Es una diferencia tal, como la orden de un soldado y la orden de un general. Siempre se ha de obedecer la orden del general, pero no la del soldado, cuando por una misma cuestión ambos ordenen. La Constitución es el general. Por ello en su tapa está escrito: "Ley fundamental". El decreto no puede contravenir la Constitución.

Esta reunión fué solamente para la asunción de las funciones de presidente y la incorporación de nuevos miembros en cambio de los fallecidos. El párroco no eliminó al comité: fué, es y seguirá siéndolo en el futuro.

El sustituto muestra la recepcionada acta de la reunión, y expresa:

—   Hagan el favor de no enviarnos paparruchas. Yo ya especifiqué que carece de validez.

—   Es que nosotros no necesitamos vuestro recono­cimiento. Solamente hemos notificado que el comité existe, y de como consideréis nuestro acta no nos importa. Este es un comité eclesial y nosotros no necesitamos en absoluto que los ateos lo reconozcan.

—   Las elecciones deben ser generales.

—   Y así lo fueron. Participó la totalidad del comité, todos los fieles asistentes a la iglesia lo sabían. Empero la iglesia no es un teatro, donde es posible vociferar. ¿Donde hay un local apropiado y con qué medios sería posible convocar a la totalidad de los fieles? En las ciudades hay parroquias a las que pertenecen 50.000 o 60.000 personas. ¿Donde existen locales en los que puedan tener cabida, y quien los cede a los fieles? Y ¿acaso vosotros elegís el gobierno del raion el 1 de mayo, durante las manifestación? No. Los cánones de la Iglesia y el Sínodo episcopal me facultan a ser presidente.

—   Esto según el Vaticano, — dice el presidente.

—   Así es, dado que nosotros somos creyentes.

Nosotros nos manejamos según las disposiciones del Vaticano, y ustedes según las del Kremlin. Pero vosotros estáis ubicados fuera de los límites de la comunidad religiosa, por lo tanto carecéis el derecho de conformar un comité parroquial. Donde estaría la lógica: ¡los ateos formando los comités de los fieles!? ¿Acaso nosotros, los creyentes, formamos vuestros comités — del raion o regionales? No. La Iglesia está separada del Estado, por lo tanto está separada. Con ello todo está dicho.

Intervino el procurador, que había permanecido en silencio todo el tiempo:

— La religión es contraria al comunismo.

—   Esto ya no es una ley, sino una ideología. Pero, ¿donde se dice en la ley que la religión es contraria al comunismo?

—   El Papa bendijo a Hitler, — el sustituto viene en ayuda del procurador.

—   El Papa bendijo no solamente a Hitler, sino también al presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, Podgorny, al ministro de Relaciones Exteriores Gromyko, a la hija de Khru-schev y a la esposa del director general del diario "Pravda", Sra. de Adjubej, que quedó tan fascinada por la bondad del Papa Juan XXIII, que se retiró llorando de la audiencia con el Papa.

—   ¿Acaso viste cuando bendijo a la hija de Khrushchev? - - saltó Talmantas.

—   ¿Y Vos habéis visto cuando el Papa bendijo a Hitler? — no se arredró el párroco. — Si los mandatarios estatales o sus enviados se encuentran con el Papa para considerar cualesquiera asuntos de Estado, hacerle entrega de sus cartas credenciales o cumpliendo una visita de cortesía, ello no significa que el Papa bendiga a cada cual. He aquí que hoy nos hemos encontrado nosotros, ¿acaso yo os bendigo? El hecho de que Podgorny y Gromyko estuvieron con el Papa, les puedo mostrar fotografías aparecidas en la prensa de países comunistas.

—   Tendrás que obedecer las leyes soviéticas, y te pedimos que el próximo domingo(3.VI) no nos interfieras la realización de elecciones en la comuni­dad religiosa de Daugailiai. Durante dos domingos consecutivos, Vos habéis impedido hacerlo, desarro­llando una poderosa propaganda a través de los sermones, que fueron prácticamente políticos, — aducía Labanauskas.

—   No me ocupo de la política, — respondió el párroco. — Si yo les dijera a la gente: tomad vuestras hachas e id a golpear al presidente del raion o a su sustituto o a otras personas colocados en rangos superiores, entonces sí que sería política.

—   Podéis rezar, escuchar confesiones, nadie os lo prohibe. La Constitución garantiza la libertad de practicar el culto y la libertad de la propaganda ateísta, — así ilustraba el presidente al sacerdote.

—   ¿Y por qué a nosotros solamente la libertad de practicar el culto, mientras que a ustedes la libertad de la propaganda ateísta? Troquemos los lugares. ¿Por qué vosotros nos perseguís, nos discrimináis? No somos esclavos, ni negros africanos, — impugnaba el cura párroco.

—   Nadie os persigue. Encontrad aunque más no fuera un hecho en la URSS de que alguien os esté persiguiendo, — se justificaba Talmantas.

—   Pues, ¿donde está nuestra prensa, nuestra radio, por qué vosotros, los sin Dios, tratáis de formar nuestros comités parroquiales? Nosotros por sí mismos lo sabemos formar perfectamente.

—   Nosotros somos la autoridad, por lo tanto debemos enterarnos de todo, — enervábase el sustitu­to.

—   Vosotros obtenéis la autoridad solamente de la ley fundamental — la Constitución, y esta expresa que la Iglesia está separada del Estado. Para vuestro conocimiento os hemos enviado el acta de la asam­blea.

—   Hay en vuestra conciencia todavía mucho razonamiento burgués, conceptos de la eraSmetona (primer y tercero y último presidente de la Lituania independiente. El T.), — aduce el sustituto.

—   ¿A qué me venís con la burguesía? Si me corresponde a mí, también os corresponde a vosotros, pues, al parecer, somos todos de la misma edad. Con la burguesía solo tenemos en común el que, durante su existencia, nos pusimos los primeros pantalones largos.

—   Nosotros poseemos el derecho de eliminar del comité a los miembros indeseables, — dijo Labanaus­kas pavoneándose de su poder.

—   Claro está, que si a usted no le agrada la nariz de uno, las orejas de otro, entonces de entre 1.000 no hallarás conveniente ni tan solo uno, — respondió el P. Baltuška.

—   ¿A qué me venís con orejas y narices? — se ofende el sustituto.

—   ¿Y por qué me venís con la burguesía, la cual me habéis achacado? — replicó el atacado.

—   Yo no desearía vivir en el extranjero, — señaló el sustituto.

—   Ni yo, — respondió el procurador, que había estado silencioso todo el tiempo.

—   Allí es pudrición, basura, — prosiguió el presi­dente.

—   Estimo que hemos conversado cultamente, — cerró finalmente el sustituto.

—   Gracias, — manifestó levantándose el cura párroco y salió de la oficina.

Toda la conversación se realizó en un tono de volumen de cinco decibeles.

Ese mismo día, a través del Departamento, fueron convocados por escrito para presentarse a las 15 hs. ante el sustituto J. Labanauskas, dos miembros del Comité: el tesorero Vincas Seibutas y el vocal Jonas Jocys. Los recibió el sustituto solo y les manifestó, que también había citado al cura párroco de Daugai­liai, aunque sin entenderse. Pero la cuestión sería esta: se debía elegir un nuevo presidente del comité parroquial. Cuando Jonas Jocys observó que el presidente ya estaba elegido y les resultaba conve­niente, el sustituto saltó gritando: ,,¿Cuantos grados habéis cursado?! ¡Ignoras las leyes!" El sustituto les ordenó que, a su regreso, concurrieran inmediata­mente al Departamento y se pusieran de acuerdo sobre la fecha de las elecciones y la candidatura del presidente; agregando, además, que debería ser elegida una persona creyente, dado que si eligieran a algún borrachín o asesino, entonces el raion no lo reconocería.

Los hombres regresaron a sus casas.

El 1 de junio de 1979, la secretaria departamental Indrasiene le telefoneó al cura párroco y le informó que la presidenta del Departamento le había enco­mendado avisarle que el próximo domingo se reali­zarían las elecciones en la iglesia o en el atrio. También podía participar el párroco.

—   ¿Cuando finalizarán las funciones religiosas? — inquirió ella.

—   No habrá ninguna clase de elecciones, ya sea en la iglesia como en el atrio. Si trataseis de intentar algo similar, seréis arrojados por la fuerza física. En cuanto a cuando comenzar los oficios religiosos y cuando terminarlos, — es asunto nuestro.

—   ¿Debo escribir el aviso y fijarlo sobre la puerta? — preguntaba la secretaria.

—   Nada de avisos, nada de elecciones. El Comité existe, el presidente ha sido elegido, se le comunicó al raion y nada más, — respondió el cura.

—   Vos no podéis ser el presidente, — chillaba la secretaria.

 —   ¿Por qué? — preguntó el sacerdote.

—   No lo sé, pero no podéis.

A las 8 de la mañana del 3 de junio de 1979, la presidenta departamental fijó sobre los portones del atrio y las puertas de la iglesia el siguiente aviso:

Atención

El 3 de junio del corriente año, inmediatamente después del oficio religioso, en la casa de la cultura de Daugailiai se realizará la asamblea general de los creyentes, en la cual será considerado el balance de hacienda y financiero de la comunidad religiosa de

Daugailiai. Invitamos a todos los creyentes a parti­cipar de la asamblea.

Comité ejecutivo de Consejo de diputados del pueblo del raion de Utena.

Durante la homilía el párroco explicó a los fieles reunidos en la iglesia, que la iglesia carecía de capital, mientras, que en el aspecto financiero había abonado lo más puntualmente la totalidad de los impuestos. Todas las refacciones realizadas, asimismo la totali­dad del material necesario para las refacciones, fueron obtenidos no "en negro", sino que todo había sido adquirido en los almacenes y con sus correspon­dientes facturas. Sin la factura no adquirimos ni tan solo una aguja, puesto que anualmente somos inspeccionados por el raion.

Mientras se realizaba el oficio religioso, la presi­denta departamental había llegado hasta las puertas del templo para verificar si el aviso que ella había fijado se encontraba todavía, y al hallar abiertas las hojas de la puerta de tal modo que el aviso se encontraba contra la pared y no era visible, cerró la puerta de la iglesia. La gente volvió a abrirla. Entonces ella arrancó el aviso de la parte exterior y lo prendió por la parte interna.

Le gente, saliendo de la iglesia y observando este aviso, se sonreía.

La asamblea no se realizó. Asistió una mujer solamente.

El 4 de junio de 1979 los empleados departamen­tales repartieron en el pueblo de Daugailiai, mientras en las aldeas debieron hacerlo los carteros, comunica­ciones impresas sobre planillas oficiales, ostentando el escudo y el sello redondo del Comité Ejecutivo del raion de Utena, en los que se invitaba a una asamblea general de la comunidad creyente en la casa de la Cultura de Daugailiai el 7 de junio de 1979 a las 18 hs. Firmaba el Comité Ejecutivo del CDP.

La asamblea no se realizó, — apenas concurrieron tres mujeres.

El párroco informó a los feligreses que, en caso que se cometiera cualquier clase de atentado contra la iglesia y su comité, todo habría de ser informado públicamente a los fieles todos los domingos.