El año 1430 falleció en Trakai el Gran Duque de Lituania Vytautas, que condujera a la nación lituana hacia el amplísimo camino de la cultura cristiana de las naciones de Europa.

En 1930 la Lituania Independiente había celebrado los 500 años de la muerte del GDL Vytautas. En los periódicos, en los libros, se titulaba como Año del

Gran Duque; para conmemorar dicho aniversario se había creado comités especiales, se construyó un museo y monumentos, alrededor de Lituania viajó un enorme retrato de Vytautas el Grande, instando a la nación a nuevas decisiones y nuevas metas.

Pasaron 50 años. El 25 de octubre, lituanos, amantes de su nación y honrando la memoria de Vytautas el Grande, se llegaron a Trakai para conmemorar el jubileo del 550 aniversario de la muerte del Gran Duque.

Ya de antemano, los funcionarios gubernamen­tales habían ordenado al cura párroco de la iglesia de Trakai que dicho día cerrara la iglesia, y desaparecie­ra personalmente con rumbo desconocido.

Los funcionarios de la milicia y los agentes de la Seguridad entorpecían de muchas maneras el viaje a Trakai: detenían los autobuses especiales, los automo­tores, buscaban fallas en los documentos de los conductores, hacían bajar a los pasajeros de los automotores — por lo que muchos se vieron obligados a llegar a pie a la meta propuesta. A una serie de sacerdotes se les obstaculizó la asistencia a las ceremonias: el P. Algimantas Keina, el P. Alfonsas Svarinskas, el P. Antanas Grazulis, el P. Joñas Kauneckas. El P. A. Keina fué acompañado hasta su casa por los inspectores de tránsito; al P. A. Svarins­kas y al P. J. Kauneckas los automotores de la Seguridad los acompañaron hasta sus casa todo el tiempo; al P. A. Grazulis le fueron quitados los documentos del automotor.

Los llegados se congregaron en la iglesia de la Visitación de la Virgen, construida por Vytautas el Grande en 1409, la cual posee un cuadro de la Madre de Dios, famoso por sus milagros.

Dentro de la iglesia deambulaban incesantemente los agentes de la Seguridad y espías de todo tipo. Ellos vigilaban a la gente, sus predisposiciones, o sino en el atrio se acercaban sigilosamente a los que conversa­ban para escuchar lo que se decía.

A las 12 hs., seis sacerdotes — el Canónigo Bronius Antanaitis, el P. Vincentas Jalinskas, el P. Leonas

Kalinauskas, el P. Kazimieras Montvila, el P. Algis Pasiliauskas y el P. Antanas Lukosaitis concelebraron la Santa Misa, mientras las niñas, engalanadas con trajes nacionales, hacían la adoración. El P. Vincentas Jalinskas, pronunció la homilía, en la cual ilustró los hechos de la historia, el preponderante papel de Vytautas el Grande para la nación lituana, y su copioso aporte al cristianismo de Lituania.

Tras la Santa Misa la multitud de millares de fieles y etnólogos se dirigió camino al castillo. Alrededor zumbaban los milicianos, mientras los agentes de la Seguridad filmaban a los que marchaban y miraban con ceño adusto a cada uno de los participantes. La multitud marchaba osada y entusiastamente puesto que la mayoría ya estaba habituada a similares medidas de amedrentamiento.

Ante el lago Galve hormigueban pululosamente los agentes de la milicia y la Seguridad. Ante la sorpresa general, apareció la entrada del puente desarmada, con un cartel que decía: "En reparación". A todos se les hizo evidente la necesidad que hubo de arrancar varias tablas el puente — ¡con la finalidad que nadie pudiera llegar al castillo! Alguien lanzó esta réplica: "Permanece el castillo que afrontó los embates de varios siglos, empero ¡el puente construí-do en los tiempos soviéticos no resiste las reparacio­nes!"

La muchedumbre, detenida sobre las orillas del lago Galve, con encendidas poesías, canciones, cánti­cos y el himno lituano (de Lituania independiente) rinde honras a la memoria de Vytautas el Grande. Aunque tampoco aquí la pudieron pasar sin víctimas: los chequistas detuvieron a Joñas Saukaitis — les pareció sospechosa su valija, en la que llevaba vestimenta litúrgica. Durante el interrogatorio los milicianos retorcieron los brazos del joven, y ante su negativa de contestar, lo amenazaron con golpearle. A raíz de la revisación, le quitaron a J. Saukaitis un cassette magnetofónico.

Los sacerdotes que habían participado en el jubileo del 550 aniversario de la muerte de Vytautas el Grande, fueron advertidos por escrito por el Delegado del Soviet de Asuntos Religiosos, Petras Anilionis, que al hacerlo quebrantaron las disposicio­nes sobre las comunidades religiosas: sin el corres­pondiente permiso habían participado de ceremonias religiosas en Trakai.

Los etnólogos llegados a Vilnius quisieron visitar el Museo, pero lo encontraron cerrado, a pesar de que era día de funcionamiento del Museo.

Pero lo más doloroso resulta que sobre este extraordinario jubileo hayan callado la prensa, la radio, la televisión y todas las demás instituciones culturales soviéticas.

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